Liz Ryan, columnista de la revista financiera Businessweek, escribió el pasado 16 de abril un artículo explicando que el sexo en la oficina, por lo menos en el ámbito corporativo estadounidense, es una práctica mucho más común de lo que el imaginario colectivo desea imaginar. Otras publicaciones se han lanzado a hacer sus propias comprobaciones.
Es el caso del portal Business Insider, que ha realizado «una de las encuestas más populares» desde que comenzó su andadura como bitácora de referencia dentro del entramado financiero. Preguntados sus lectores si creen que sus compañeros de mesa deberían tener permitido practicar sexo en la oficina, el 85% contestó que sí. Participaron 2.500 personas.
Ryan, en su columna, argumenta que la mentalidad del ejecutivo estadounidense es demasiado puritana para la realidad que esconde, y que en lugar de obviar la discusión y convertirla en tema tabú, lo que tendría que hacer el gremio es hablar de ella con naturalidad.
«Sabemos que el lugar de trabajo es un sitio al que mucha gente trae su pasión, su ansiedad y todos los asuntos que le preocupan en casa y, en general, en la vida. Así que no debería sorprendernos que algunas personas traten de ir más allá con sus propios compañeros», explica Ryan. De hecho, el artículo ha despertado las críticas de los lectores no por el asunto que aborda sino por la brevedad del abordaje.
