El pasado 22 de agosto Feijóo acudía a La Zarzuela para trasladar al monarca su intención de presentarse a la investidura con varios avales sobre la mesa. Entre ellos, que contaba con el respaldo de 172 diputados, a cuatro de la mayoría absoluta. Los votos a favor de los 137 diputados del PP, los 33 Vox y los dos parlamentarios de UPN y Coalición Canaria.
Más de 30 días han pasado desde esta cita y que el Rey propusiera a Alberto Núñez Feijóo como candidato a la Presidencia del Gobierno. Entre otras cosas, al haber sido el PP “el grupo político que ha obtenido mayor número de escaños en las pasadas elecciones del 23 de julio”. En este tiempo el líder de los populares ha tratado sin éxito atraer a otras formaciones. Ayer mismo apeló al voto de Junts y del PNV. También a aquellos diputados del PSOE críticos con Pedro Sánchez en cuestiones como la amnistía.
Los intentos de Feijóo por coser más alianzas han caído en saco roto y sale de este debate igual que como llegó: sin los votos necesarios. En concreto, en la primera votación celebrada este miércoles ha contado con el respaldo de los escaños del PP, de los de Vox y los de UPN y Coalición Canaria. En el lado del ‘no’: PSOE, Sumar, Junts, ERC, EH Bildu, PNV y el BNG.
Este resultado, si no hay sorpresas, se repetirá el viernes en la segunda votación, donde se requieren más ‘síes’ que ‘noes’. Tras esto arranca un nuevo escenario en el que será Pedro Sánchez quien intente seguir al frente del Gobierno. Según fuentes socialistas, el debate de la investidura del líder del PSOE podría celebrarse en las últimas semanas de octubre.
Además de esta derrota, Alberto Núñez Feijóo se ha quedado sin su ‘cara a cara’ con Pedro Sánchez. Los populares buscaban el choque con el jefe del Ejecutivo. Recriminarle, entre otras cosas, una hipotética amnistía. Algo sobre lo que versó gran parte del discurso de Feijóo en el día de ayer. El PSOE desmontó a los socialistas al apostar por un diputado ‘raso’ como es el exalcalde de Valladolid Óscar Puente para dar la réplica al popular, con el consiguiente enfado e indignación en la bancada conservadora.
La sombra de unas nuevas elecciones sobrevuela y de no salir nadie investido la repetición de los comicios sería inevitable.
