Sahara Occidental: una injusticia prolongada en el tiempo (Parte I: Luces y sombras)

Sahara Occidental

Sahara Occidental: una injusticia prolongada en el tiempo (Parte I: Luces y sombras)

Es necesario un Referéndum que permita a los saharauis recuperar su vida con total dignidad y decidir libremente su destino.

Manifestación pidiendo la libertad para el Sáhara

Hace unos meses, una amiga visitó los campamentos de refugiados saharauis que hay en la región de Tindouf (suroeste de Argelia) para llevar a cabo un proyecto de colaboración y me relató con detalle los esfuerzos que las personas que habitan en los campamentos de Smara, El Aaiún, Auserd, Bojador y Dajla hacen por llevar una vida lo más “normal” posible y desarrollarse en paz mientras sueñan con su libertad e independencia como cualquier nación soberana.

Cuando hablamos de “normalidad” y nos referimos al pueblo saharaui hablamos de una vida que la mayoría de las personas de los países desarrollados no imaginamos y realmente no sé si aguantaríamos. Estamos hablando de una situación que se remonta al año 1975; es decir, llevan 46 años de exilio forzoso en el desierto argelino. La travesía por el desierto que el profeta Moisés llevó a cabo guiando a su pueblo hacia la Tierra Prometida no duró tanto tiempo…¿son ustedes, amables lectores, capaces de imaginarse lo que han significado estos últimos 46 años para el pueblo saharaui? ¿Lo que han debido pasar? ¿Lo que continúan soportando? A mí, sinceramente, me resulta difícil imaginarlo…

Para empezar, supone que cuando las mujeres dan a luz en un entorno en el que, aunque hay algún hospital y algunos dispensarios, evidentemente no tienen las mismas garantías ante imprevistos que en un hospital de los que tenemos normalmente en nuestras cómodas, seguras y “adelantadas” sociedades.

Implica que enfermedades casi olvidadas en nuestras avanzadas sociedades, tales como la varicela, el sarampión, la rubeola tendrían una influencia mayor si no fuera por el plan de vacunación y las medidas sanitarias adoptadas por el gobierno saharaui. Pese a todos los esfuerzos, hay afecciones sanitarias como las infecciones urinarias que tienen una mayor incidencia debido, principalmente, a la calidad del agua que se consume.

LA ESCASEZ DEL AGUA

Pero el problema no es sólo de la calidad del agua, sino que también es necesario hacer mención a la escasa cantidad de este líquido elemento, ya que las personas que allí habitan están condenadas a desarrollarse en un entorno en el que la falta de agua (hay dos acuíferos, principalmente, que suministran agua a los campamentos, el de Hammada Tindouf y el de Hasi Abdal-la) hace que la agricultura no sea posible y la ganadería, a duras penas, con lo cual, se crea un escenario en el que la carestía en cuanto a las necesidades más básicas, la falta de espacios dignos para vivir, así como el hacinamiento de las familias en las pobres casas construidas en el desierto influye e impide el correcto desarrollo de una sociedad como la saharaui.

Esta carestía de agua que provoca la escasez de cultivos hace que los alimentos que reciben las personas que habitan en los campamentos provengan de donaciones de países e, incluso, algunos de esos alimentos no llegan en gran cantidad al ser perecederos. Prueba de ello es que un 7,6% de los niños y niñas sufren desnutrición y un 28% retraso en el crecimiento. Además, el 50% de los niños padece anemia. Pese a todas estas circunstancias, el personal sanitario que trabaja en los dispensarios y en los hospitales tiene una dedicación y profesionalidad admirable y con escasos medios y recursos (lo que les permiten las donaciones de países y asociaciones) consiguen hacer lo que en otras circunstancias sería algo parecido a un milagro…

UNA SOCIEDAD QUE LUCHA POR SOBREVIVIR

Si hablamos de la enseñanza, las maestras y demás personal que se encarga de la educación de niñas y niños en sus primeros años son el vivo reflejo de una sociedad que lucha por sobrevivir y mejorar llevando la cultura, el aprendizaje a todos y cada uno de los infantes, puesto que saben que el conocimiento será la base de su desarrollo posterior, como personas y como pueblo. Como pueblo, en el que gran parte de sus componentes han nacido fuera de su tierra y aun estando en un país de acogida al que agradece, no sabe (aunque tienen, internamente, la seguridad) cuando se establecerá en su país real, en la tierra ocupada que le pertenece y de la que falta hace ya 46 años y que las nuevas generaciones conocen únicamente a través de las historias que le cuentan sus mayores y de los vídeos que ven en internet.

La vida en los campamentos se desarrolla principalmente gracias a las donaciones y fondos que muchas naciones comprometen a la gestión del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR, o UNHCR, por sus siglas en inglés) que es quien se encarga de hacer finalmente posible la realización de las ayudas (alimentación, cultura, sanidad, infraestructuras básicas, etc.), que lamentablemente, no son suficientes para dar cumplimiento a las acuciantes necesidades de este pueblo y los objetivos solidarios a alcanzar. No obstante, es de agradecer el apoyo que ACNUR y la gran dedicación y compromiso de sus profesionales, vienen haciendo a través de los años y, por supuesto, el apoyo de los diferentes países donantes que hacen posible la vida en estos campamentos y sirve para ayudar a subsistir a un pueblo que, con dignidad y coraje lucha por salir adelante.

Pero también este camino del pueblo saharaui es posible gracias al esfuerzo de muchas ONG’s (Cruz Roja, Media Luna Roja Argelina, Oxfam, Médicos del Mundo, etc.) y sus componentes que ayudan bien desde diferentes países o bien desplazándose a los campamentos a realizar labores en diferentes aspectos que aportan apoyo, valor y esperanza de vida al pueblo saharaui.

Y no olvidemos, tampoco, la ayuda y solidaridad de las asociaciones, en este caso, las españolas que, desde 1979, año en que se creó el Programa de “Vacaciones en paz” están llevando a cabo programas de acogida de niñas y niños, entre los 8 y 12 años, durante dos meses del verano en nuestro país, en sus casas y en sus corazones, para intentar (y lo hacen con éxito) brindarles, aunque sea durante unas pocas semanas, una oportunidad y un entorno que les hagan salir de su rutina y darles un inmenso cariño y apoyo, como si fueran su “segunda familia”….aunque estoy seguro que hay muchas familias que los han reconocido entre la suya…y los sienten como un miembro más. También se ha desarrollado el “Programa Madrasa” por el que algunos escolares, a partir de los 13 años, son acogidos por familias solidarias en nuestro país para cursar sus estudios.

Gracias a estas asociaciones repartidas por toda España, decenas de miles de niñas y niños saharauis han conocido otros entornos, otras familias y amigos, otra vida…Incluso durante la situación de pandemia sanitaria provocada por la COVID-19, en los veranos de 2020 y 2021 se siguieron desarrollando unos programas alternativos de vacaciones en paz por los que los niños y niñas saharauis desarrollan actividades en los campamentos, a salvo de los contagios. Para el próximo año 2022 se espera que la situación sanitaria global haya mejorado lo suficiente como para que se pueda retomar la normalidad de los desplazamientos y las estancias de los niños y jóvenes con las familias españolas.

Y hablando de esperanza y colaboración, existe un país que, desde el primer momento, en aquel año 1975, acogió en su territorio a todos aquellos saharauis que huyeron del terror del bombardeo de la fuerza aérea del Reino de Marruecos con bombas de napalm y fósforo blanco (prohibidas internacionalmente) y las persecuciones y extrema violencia desatada por parte dicha Potencia ocupante y que, desde el principio les ha ofrecido una tierra en la que establecerse; un país que, con una inmensa generosidad y amor fraternal, ha hecho causa común con el pueblo saharaui y le ha ofrecido apoyo, ayuda humanitaria y un lugar donde instalar sus campamentos de refugiados y poder vivir. Ese país benefactor y solidario es Argelia.

El país más grande de África quizás también sea el que tiene el corazón más grande, y lo está demostrando, al menos, en esta situación hacia un pueblo que vive subyugado, oprimido y maltratado por una Potencia que ocupa ilegalmente su territorio. Es un país que, en línea con sus valores acerca del derecho de los pueblos a la autodeterminación, ha tratado desde siempre al pueblo saharaui como a un hermano y continúa haciéndolo, dándole la oportunidad a los jóvenes de una educación superior, prestándoles ayuda médica especializada cuando lo necesitan, etc. Incluso, durante la situación de pandemia, el Gobierno argelino estableció y puso a disposición del pueblo saharaui la ayuda humanitaria necesaria y un gran hospital de campaña para mejorar la atención médica a las personas que la requiriesen.

Esta solidaridad se extiende también a los asuntos diplomáticos donde los visados ​​necesarios para acceder a los campamentos saharauis se gestionan en los distintos consulados argelinos en España.

Un país que ayuda y apoya a este pueblo tiene, por supuesto, mucho que ofrecer en la esfera internacional en términos de colaboración. Y actualmente lo está demostrando con una intensa campaña en la esfera internacional dirigida por su ministro de Asuntos Exteriores, el Excmo. Sr. Don Ramtane Lamamra y enfocada a poner en valor las capacidades de Argelia no sólo en el contexto africano, sino también en el resto del mundo. Me dirán ustedes que este país tiene un potencial de mejora y les confirmo que sí, por supuesto, como muchos otros…; pero que un país que demuestra tener esa sensibilidad y corazón hacia otro pueblo es un país que podrá conseguir muchas cosas en el futuro. Con una población mayoritariamente joven, Argelia tiene un camino de renovación por delante y esta juventud tendrá la oportunidad de vivir en un nuevo país si da tiempo a que los cambios prosperen, y de esa manera poder trabajar unidos y de manera coordinada para contribuir a su futuro desarrollo sostenible. Si la base es buena, y los sentimientos y las acciones así lo reflejan, el pueblo argelino, con esfuerzo y perseverancia, y manteniendo su dignidad y su orgullo de pertenencia a su historia y sus costumbres, podrá conseguir lo que desee.

Orgullo como el que supuso la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) que data del 27 de febrero de 1976 y que, desde febrero de 1982, forma parte de la Organización para la Unidad Africana (OUA) y que, desde el 26 de mayo de 2001, es miembro constituyente y de pleno derecho de la actual Unión Africana (UA).

Dignidad con la que también el pueblo saharaui ha sabido reconocer, apreciar y promover las capacidades y los valores de sus mujeres en la sociedad, las cuales ocupan puestos relevantes en la estructura y responsabilidades estatales, incluso en el Gobierno, donde hay varias ministras. Es uno de los pueblos del ámbito árabe y musulmán en donde la igualdad de género se hace más visible

Y es la determinación de este pueblo, que cuyo territorio es el más grande (aproximadamente tiene la superficie del Reino Unido o la mitad de Francia) de los 17 territorios declarados no autónomos  desde que fue incluido en 1963 en la lista de dichos territorios de la Asamblea General de Naciones Unidas, la que hace que no se arredre ante la adversidad que le ha tocado vivir desde hace más de 46 años y que trabaje para tener la oportunidad de lograr la autodeterminación que se le reconoce, de tener un futuro; pero eso lo necesita ahora mismo….no dentro de 10 años…

La comunidad internacional no puede permanecer impasible y sin dar una solución definitiva a esta grave situación de ocupación ilegal de un territorio que condiciona la vida y el futuro de miles de personas. ¿Dónde se ha quedado el lema de los ODS en 2020 de “no dejar a nadie atrás”, si, entre otros, su objetivo 16 (Paz, justicia e instituciones sólidas) no se acaba de cumplir en el caso del pueblo saharaui?

¿Queremos llegar todos los países juntos al objetivo que nos hemos marcado para el 2030 o sólo algunos países?

Que será difícil conseguir alcanzar los 17 objetivos para 2030 ya lo sabemos, pero lo más grande del ser humano es su capacidad de esforzarse y de progresar ayudándose los unos a los otros. No olvidemos, por tanto, el sufrimiento de este pueblo saharaui. Es necesario, por tanto, que los países implicados, empezando por España como Potencia Administradora, hagan de una vez por todas lo correcto y se lleve a cabo ese Referéndum que servirá a los saharauis para recuperar su vida con total dignidad y decidir libremente su destino.

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