Una reforma fiscal imprescindible

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Una reforma fiscal imprescindible

Sede del Ministerio de Hacienda, en la Real Casa de la Aduana Calle de Alcalá 5, Madrid

La reforma fiscal es la gran asignatura pendiente a la que deberían aprobar los representantes políticos españoles. Un asunto ineludible del que, sin embargo, nadie habla de momento. Hace falta una reforma fiscal. Como antecedente remoto de la situación actual quizá convendría fijarse en los años de la transición, una época que quizá no signifique gran cosa para las generaciones actuales, pero en la que España cambió para bien.

Y esa mutación no hubiera sido posible sin la reforma del sistema impositivo diseñada por Enrique Fuentes Quintana y desarrollada posteriormente, también desde el Ministerio de Hacienda por Francisco Fernández Ordóñez.

Una arquitectura fiscal que asegure unos mecanismos de redistribución razonables es un elemento básico de cualquier sistema democrático. Y, en aquel momento, el diseño de Fuentes Quintana respondía a lo que se necesitaba. Pero ha pasado mucho tiempo desde entonces, sin que se abordase una renovación profunda del sistema. Sólo algún que otro cambio puntual sobre bases de cotización o tipos máximos o mínimos.

Hoy por hoy, en realidad, sólo hay dos impuestos que sigan teniendo una clara eficacia recaudatoria: el IRPF y el IVA. Ambos inciden directamente, además, sobre la capacidad de consumo y ahorro de la mayoría de los ciudadanos y, por eso, son los únicos que sufren subidas sustanciales en los procesos de consolidación fiscal y ajuste.

En cambio, otros, como por ejemplo, el que grava los beneficios de las grandes empresas, cuyo tipo medio real está situado en el entorno del 4%, aportan cantidades tan reducidas que, en tiempos como los actuales, casi deberían avergonzar a quienes los pagan.

De modo que, como decíamos antes, la necesidad de realizar una reforma fiscal profunda es perentoria. Y el proceso tiene, además, un preámbulo inevitable, la localización y condena de los defraudadores. De todos. Cualquiera que sea su condición, cariz, origen o filiación.

Vivimos ahora en una sociedad que no tiene fronteras ni autonomía monetaria y que depende en lo financiero de los designios de los grandes países de la UE. Lo que todavía convierte es más urgente y necesaria la configuración de ese nuevo modelo fiscal.

Sin embargo, la experiencia de este periodista no es muy alentadora. De momento, parece casi una tarea imposible de completar la búsqueda de una iniciativa en ese sentido, medianamente armada, que ofrezca un modelo de arquitectura fiscal nueva con el que poder iniciar el debate.

Y se trata de algo de lo que habría que preocuparse, porque, mientras tanto, el mantra introducido por los ‘neocons’ que básicamente viene a decir que todos los impuestos son malos va ganando terreno en la sociedad. Tanto que hasta hubo un momento en que algunos sectores de izquierdas, como los que decía representar José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente anterior, cayeron irreflexivamente en él.

Sirvan estas líneas como una sencilla llamada de atención sobre un elemento necesario, que habría que abordar cuánto antes, para salir de la crisis económica y empezar a resolver la crisis institucional en la que también nos encontramos y que se convierte, poco a poco, en una posible amenaza de males aún mayores.

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