Belenes mutilados

Opinión

Belenes mutilados

Palabra de Santo, palabra infalible. Benedicto XVI ha escrito que no consta que Jesús naciese en un portal y, desde luego, que allí no había ni un buey ni un asno haciéndole compañía. La verdad es que aunque infalible, el Papa se equivocó en una apreciación menor. No era un jumento lo que creíamos que compartió con Jesús el calorcillo de la mísera estancia: era una mula, mansa, eso sí, incapaz de dar coces. Al menos eso es lo que nos dijeron y lo que vimos muchas veces en los nacimientos que por estas fechas se montan por todo el mundo cristiano para celebrar el alumbramiento de María.

Su Santidad se ve que lo tiene claro y no quiere aventurar historias que no están probadas y que curas y monjitas han venido cultivando a lo largo de los siglos sin mayor fundamento. No había ni asno, ni buey ni mula ni seguramente ángeles con trompetas a la entrada. Cambiar la vieja creencia no será difícil. Si lo dice el Sumo Pontífice, eso va a misa, incluso a la misa del gallo. El problema será cargarse la tradición de los artesanos que malviven amasando con sus dedos las figuras del Belén porque quedarse sin los animales míticos de la escenificación viene a ser igual que si les aplicasen un ERE.

El otro día en Valencia el obispo inauguró el tradicional nacimiento de la capilla de San Luis, en la Seo, y los visitantes que ya se han anticipado a visitarlo, antes de que surjan las colas propias de los días venideros, se han encontrado pues… con lo que no se esperaban. El belén mutilado. Allí están al tamaño natural once figuras humanas, los adultos quizás demasiado altos para lo que se llevaba entonces, pero en cambio los animales habituales no brillaban por su ausencia, que a tanto la cosa no llegó, pero sí aparecían reducidos a un tamaño diminuto y alejados del primer plano que ocupaban tradicionalmente. Se nota que su presencia secular tiene los días contados. Muchos lo vieron con sorpresa, y bastantes con cabreo: ya nos han quitado el latín del culto y sin mula y sin buey, se les oía quejarse, el nacimiento no es lo mismo.

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