Siempre se quejan los que pierden

No sólo pelotas

Siempre se quejan los que pierden

Un ejemplo más de que siempre los perdedores son los que muestran su disgusto con algún elemento ajeno a su propia persona se está produciendo en el Máster de Madrid, donde los dos primeros del mundo han sido eliminados en cuartos de final.

Las críticas a la ya tristemente famosa tierra azul del torneo, llegan de la boca de Nadal y Djokovic, que empiezan a dar muestras de la prepotencia de los que están acostumbrados a ganar casi siempre.

Por ser justos sobre todo con Rafael Nadal, el tenista manacorí había criticado la superficie antes de jugar en ella, después de hacer algunos test en las pistas de la Caja Mágica, pero aún con todo eso hay que recordar que las condiciones son iguales para todos.

Cansa un poco que cuando cualquier factor tiende a igualar las fuerzas de los contendientes, el más fuerte siempre se queja y lloriquea de la injusticia que están cometiendo con él, en vez de aceptar la situación y asumir la derrota con diginidad.

Pero van más lejos todavía amenzando con no jugar el siguiente año en el torneo, sabiendo de la presión que pueden hacer las dos raquetas más importantes del tenis actual, a la hora de que les pongan las condiciones idóneas para que ellos sean felices.

Lo extraño no es que lo haya hecho Djokovic que siempre que pierde, que es muy pocas veces, siempre tiene una excusa preparada ajena a que el rival ha sido mejor, sino que Rafael Nadal, ejemplo de honestidad, haya caído en este deplorable juego de señalar culpables externos.

Algo si queda claro, el mejor tenista de la historia está en la final, y los dos mejores del momento están en su casa, lo mismo es que hay jugadores que siempre se saben adaptar a las condiciones que se encuentran, que dan espectáculo a quien a pagado su entrada.

Las quejas y las excusas que se han podido escuchar estas semanas alrededor de la superficie del Máster Mutua Open de Madrid, son más por causa de la indignación de no ser tratados como algunos se creen que se merecen, que por cualquier otro motivo. Y es que la igualdad escuece a los poderosos.

Más información