Podemos se enreda con la España plurinacional

Detrás de la cortina

Podemos se enreda con la España plurinacional

Los nacionalistas de izquierdas marcan la agenda política morada, mientras las políticas sociales pierden peso. Se les ve contentos y quizá tengan motivos para estarlo. Pero todas estas buenas ‘vibraciones’ iniciales pueden ser tan sólo un espejismo. Por ahora, a pesar de las presiones, las críticas y el regreso de las sospechas interesadas sobre las fuentes de financiación del partido, lo cierto es que a Podemos, le acompaña la suerte y que no le van mal las cosas en los primeros compases de esta nueva y peculiar legislatura, en la que parece que sólo importan los gestos y que la acción política va a realizarse a golpe de ‘tuit’.

Pero, ya digo, quizá Pablo Iglesias e Iñigo Errejón y el grupo del dirigente del partido que representa mejor que ningún otro la irrupción de la ‘nueva política’ en el Congreso de los diputados, deberían empezar a preocuparse porque es probable que la situación actual no se prolongue demasiado tiempo. Y las cañas pueden volverse lanzas mucho antes de lo esperado.

Es verdad que, hoy por hoy, resulta difícil visualizar el peligro, porque tener como enemiga a ala dura e intransigente del PP, aliada con los recalcitrantes sectores situados a la derecha en el PSOE, es un golpe de fortuna inapreciable. Se trata de un grupo muy compacto de ‘carcas’ de libro, a pesar de las supuestas diferencias ideológicas, que parece estar compuesto por personas tan previsibles como manejables a golpe de provocación y que han demostrado su capacidad infinita para embestir al trapo rojo cada vez que los ‘podemistas’ les citan desde el centro del ruedo. Y, como era de esperar los morados están por la faena, evidentemente.

Hay algunos, y algunas, notables com la sin par Celia Villalobos que no pierden una sola oportunidad de hacer el ridículo. Ya sean las rastas de un diputado, el bebé de otra o las formas, a veces estrambóticas e incompresibles, en que algunos representantes políticos electos han usado en la toma de posesión de su escaño. Lo mismo da. Pero los morados deberían ser consciente que esa parafernalia se compone de simples balas de ‘fogueo’, en realidad que sólo han dado en el blanco por la torpeza endémica de esos adversarios tan planos.

Una vez más, lo mismo que sucedió no hace tanto con el estallido de las maniobras contra Pedro Sánchez en el seno del PSOE, los morados han conseguido una visibilidad y capacidad de incidir sobre la opinión pública, aunque sólo sea desde el punto de vista de lo simbólico, que es muy superior a la que deberían tener en un momento como este en función de los diputados con los que cuentan. Lo malo es que, tal vez, tampoco sean capaces de aprovechar esa ventaja de tal modo que contribuya a impulsar ese ‘cambio’ político que defienden.

En mi opinión, contra lo que puede parecer como consecuencia de la verbena de la que he hablado en los párrafos anteriores, Iglesias y Errejón han perdido casi por completo la iniciativa con la que contaban cuando Podemos se convirtió en la gran fuerza política española. Es como si hubieran vendido su primogenitura a cambio del dudoso plato de lentejas de la España plurinacional.

Una realidad que, desde luego existe y no deber ser obviada, pero que no debería haberse convertido en ningún caso en la principal prioridad de la agenda política de ningún partido progresista. No cuando, la sociedad se fractura por culpa de las políticas ‘neoliberales’, la desigualdad crece, la precariedad laboral es el único futuro para la mayoría de los jóvenes y la corrupción sigue sólidamente instalada en el entorno del poder.

Pero Iglesias y Errejón siguen con la brújula averiada desde las últimas elecciones catalanas y parecen haber perdido el norte. Lo cierto es que a la mayor parte de sus electores no les preocupa en absoluto la cuestión territorial porque tienen asuntos mucho más importantes que atender. Como, por ejemplo, asegurar su simple supervivencia diaria.

Y, en medio de estas urgencias y estos dramas cotidianos, muchos electores progresistas se encuentran con partidos, supuestamente de izquierdas, como la CUP, que dan más importancia a la constitución de la República Catalana que a impulsar un cambio en las políticas económicas dominantes y contribuir a la regeneración democrática.

De ahí, que si la pantomima se alarga, Podemos, pueda empezar a tener problemas para mantener la sintonía con sus votantes. Todo indica que las líneas rojas impuestas por Iglesias al PSOE para empezar a negociar un posible gobierno de progreso, basadas todas ellas asuntos relacionados con las disputas territoriales en curso son simples cortinas de humo que esconden una estrategia para evitar ‘mojarse’ llegando al poder en un momento como este, en que, en realidad, la correlación de fuerzas no es del todo favorable.

Pero ni el referéndum catalán, ni los cuatro grupos parlamentarios que se exigen fueron el corazón del programa electoral morado, por mucho que formaran parte de él y tanto los votantes del resto de España, como muchos de los que han confiado en este partido en Cataluña, Valencia o Galicia, no decidieron apoyar a los ‘podemistas’ en función de esos dos asuntos, precisamente.

Así que quizá no esté tan claro que en un escenario de repetición de elecciones, Podemos vaya a aumentar sustancialmente su representación. No si siguen empeñados en situar la resolución del encaje de las reivindicaciones nacionalistas en la constitución española como máxima prioridad.

Terminada ya la fiesta de la entrada de la ‘gente’ al parlamento quizá ha llegado la hora de empezar con la auténtica política para que los ciudadanos conozcan de una vez a que se van a dedicar los diputados podemistas en el Parlamento en la legislatura que acaba de comenzar y cuáles son las acciones que tienen pensado llevar a cabo para conseguir tales propósitos.

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