Las exhumaciones a contrarreloj de las fosas: “Nuestra pelea es que el estado se haga responsable de ello”

Memoria Histórica

Las exhumaciones a contrarreloj de las fosas: “Nuestra pelea es que el estado se haga responsable de ello”

Sólo en cuatro comunidades autónomas existen bancos de ADN

Exhumación de víctimas del franquismo

Exhumación de víctimas del franquismo

El abuelo de Violeta Santos nunca quiso oír hablar de política a su nieta, cada vez que esto sucedía venía con su correspondiente bronca. Entonces esta profesora no entendía que pasaba con su abuelo. Ahora, muchos años después, comprende el porqué: el miedo y el terror. Jesús Barriopedro Santamaría era el hermano de su abuelo y uno de los asesinados por la dictadura de Francisco Franco.  Enterrado en una fosa después de ser asesinado, hoy tiene un sepulcro digno gracias a la Asociación de la para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Violeta desconocía la historia de su tío abuelo. Un joven de veintitrés años que se entregó al régimen para que liberaran a su madre, entonces encarcelada, una promesa que fue incumplida.

El descubrimiento de esta parte de su historia, le llegó a Violeta gracias al caso de Asunción Mendieta que entonces buscaba a su padre Timoteo Mendieta en el cementerio de Guadalajara. La ARMH fue la encargada de esa exhumación y antes de proceder a la apertura de las fosas, intentaron buscar al resto de familiares. “Un día una amiga me mando me dijo que había visto en Facebook un señor con el mismo apellido que yo. Y yo al verlo pensé, no es que tenga mis mismos apellidos, es que son los mismos que los de mi abuelo”, explica Violeta. Entonces decidió preguntar a su tía abuela María y ella se lo contó todo después de décadas de silencio. Por ello, decidió ponerse en contacto con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y comenzar la búsqueda, que finalizó hace apenas un mes.

“Para mí tía abuela ha sido increíble, recuperar a su hermano ha sido volver a tener dignidad”, comenta Violeta: “Es una conquista a  un poder que se estableció por la fuerza, es volver a tener tu familiar, darle una sepultura digna. Tener de nuevo tu historia sin que esté rodeada de miedo”. La identificación de su tío abuelo fue posible gracias a que fue encontrado con una plaquita con sus iniciales y a las pruebas de ADN.

La búsqueda de los desaparecidos dejada en manos de las asociaciones

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica lleva veinte años de trabajo en el campo de la búsqueda de desaparecidos en la época franquista. Su labor comenzó a raíz de la búsqueda del abuelo de Emilio Silva su presidente. En este tiempo han ayudado a más de 2.000 personas a localizar a sus familiares. “Además de ello hemos ayudado a miles de personas, no se puede cuantificar, a ayudar documentación sobre la historia de su familia”, detalla Emilio Silva. Desde la ARMH estiman que en España hay unas 3.000 fosas, de las cuáles solo han sido exhumadas unas 900. “No sabemos cuántas serán exhumadas depende del estado y de asociaciones como la nuestra”, añade.

La asociación se financia gracias a las cuotas de sus socios y donaciones que reciben. Nunca han optado a alguna subvención pública para su trabajo, ya que consideran que esto deja en las asociaciones la labor. “El gobierno convoca ayudad pero no estamos de acuerdo con este modelo. Se les da dinero a las asociaciones para que resuelvan ellas el problema. Nuestra pelea es que el estado se haga responsable de ello”, denuncia Silva: “No entendemos como el estado no crea un organización para ello para darles a estas personas una sepultura digna, que debería ser un derecho”.

La falta de financiación obliga a que su labor esté desarrollada por voluntarios que no cobran ningún sueldo por ello. El proceso para abrir una fosa se inicia, normalmente, por las comunicaciones de las familias que buscan a alguien. “Intentamos buscar a todos los familiares antes de ponernos a trabajar. Una vez hecho esto, buscamos la autorización del ayuntamiento competente”, completa Silva.

El mayor problema que se encuentran es el tiempo. “Corre en nuestra contra, muchos de los familiares directos van desapareciendo”, explica preocupado el presidente de la ARMH. Sin embargo, mira con positividad el futuro ya que en los últimos años han recibido a muchas personas que buscan a sus bisabuelos: “Hay una generación que está heredando esta preocupación”. Por último, destaca que si la ARMH ha podido en veinte años abrir unas 200 fosas, si el estado se pusiera a trabajar solucionaría el problema en “cuatro o cinco años”.

Eugenio Juan Insua, encontrado gracias a la ARMH

La hija de Eugenio Insua, desparecido desde el inicio de la guerra, se conformaba con poder poner una placa con el nombre de su padre en la fosa del cementerio de El Espinar, lugar donde pensaba que había sido enterrado. Insua abandonó a su mujer y a sus dos hijos para combatir en el frente de la Sierra de Guadarrama. Allí se perdió su rastro, aunque su mujer siempre supo que se encontraba en el cementerio con otros compañeros. Sin embargo, la dictadura le dio por desaparecido, lo que dejó a su esposa sin ningún tipo de pensión por viudedad.

“Mi abuela durante la dictadura no podía hacer nada, incluso le decía a mi madre que si preguntaban sobre mi abuelo, dijera que murió por una enfermedad”, relata Irene Herrera, su nieta. Quien en 2019 decidió ponerse en contacto con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica para iniciar la búsqueda de los restos de su abuelo Eugenio Juan. “Como no sabíamos cuánto podía tardar la asociación nos recomendó tomar una muestra de ADN a mi madre”, recuerda.

Gracias a ello, hoy su abuelo está en la misma tumba que su abuela. “La muerte los separó a las cinco años de matrimonio y ahora están juntos de nuevo”, celebra. El anillo de bodas de Eugenio Juan fue lo primero que permitió que supieran que habían encontrado a su familiar después de días de excavaciones. Ahora, su madre vive con satisfacción el poder haberle dado una sepultura a su padre, el cuál le arrebataron cuando tenía seis meses de edad. “Mi madre siempre estuvo muy preocupada porque su padre tuviera un sitio digno”, explica Irene Herrera.

Sólo cuatro Comunidades Autónomas con bancos de ADN

Además de las asociaciones como la de Emilio Silva, los familiares de desaparecidos pueden buscar a través de los bancos de ADN. Aunque esto sólo es posible en cuatro Comunidades Autónomas: Andalucía, Navarra, País Vasco y Catalunya. “Si hubiera un banco estatal todo el proceso sería mucho más sencillo”, relatan fuentes del Instituto Navarro de la Memoria, el encargado del banco de ADN de esa comunidad.

“El banco es uno de los eslabones del trabajo de localización de las personas desaparecidas tras el golpe militar de 1936”, concretan. Además de ello, desde hace cinco años el Instituto Navarro de la Memoria tiene un plan de exhumaciones, a través del cual han localizado ya a  115 personas, de entre ellas han sido identificadas 28 personas.

Los navarros que estén interesados pueden acudir al instituto a que les tomen una muestra de ADN por si en el futuro encontraran a su familiar desparecido. “Nuestra labor es tomar estas muestras por si en algún momento coincidieran con algún resto óseo”, detallan desde el instituto. En este momento, tienen abiertos 270 expedientes. “No todos los familiares sirven por igual, desde el punto de vista genético, los mejores donantes siempre son los hijos, lo que ocurre es que a estas alturas solo en algunos casos viven todavía”, añaden.

Desde el ente autonómico ven positivo la existencia de este tipo de iniciativas en las comunidades autónomas y se muestran de acuerdo con la creación de un banco de ADN estatal. “Para las familias tiene un carácter reparador que se encargue de su caso una institución pública, les hace ver que se preocupan por su problema”, concretan.

Cuando las instituciones fallan: Desde 2008 buscando a su abuelo

Álvaro López Ruiz fue llamado a filas del ejército republicano a sus 38 años, durante ese período, debido a su edad, le encomendaron laborales como cavar trincheras, nunca llegó a estar en el frente con un arma. Cuando terminó la guerra fue a buscar a su familia, que había huido de su hogar, para regresar al pueblo. Una vez volvieron fue llevado a una casa cárcel a esperas de ir a Badajoz a exponer su caso, pero esto nunca llego a suceder, unos jóvenes falangistas sacaron una noche a todos los presos del pueblo, incluidos Álvaro, y los fusilaron.

Años más tarde, con el siglo nuevo, Purificación López no sabía nada de su antepasado. “Era un tabú, yo pensaba que había muerto en la guerra, no cuando ésta ya había terminado”, relata su nieta. Un día, su padre le sorprendió llamándola a parte en una reunión familiar para contarle que quería buscar a su padre. “Yo le he escuchado decir que daría la mitad de lo que le queda de vida para encontrar los huesos de su padre”, demanda.

Purificación decidida a ayudar a su padre se puso en contacto con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en 2008, ellos le derivaron a la Junta de Extremadura. El problema en su caso, es que su abuelo fue enterrado en una trinchera, no en un cementerio, lo que facilitaría la búsqueda. La Junta comenzó a buscar según los relatos de residentes del pueblo, pero al no encontrar nada, acabo desistiendo: “Han vuelto un par de veces, pero nos dan siempre muchas largas. Volvieron en 2017 pero estuvieron cuatro horas y se marcharon”.

Ella decidió no rendirse y encontró la localización de las trincheras y poco a poco, con el dinero que han podido, y con la ayuda de Luis Albial que tiene una empresa de georradares, han ido abriendo en distintas zonas para encontrar la fosa. “A día de hoy seguimos sin encontrarles”, relata. “Es la Junta quien tiene que asumir esa responsabilidad, no nosotros”, denuncia: “El tiempo corre en nuestra contra”.

 

 

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