Exclusión financiera: ¿qué pasa en los pueblos en los que ya no quedan bancos?

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Exclusión financiera: ¿qué pasa en los pueblos en los que ya no quedan bancos?

Autobuses que recorran los pueblos o esquemas cooperativos de oficinas ‘multimarca’, entre las opciones sobre la mesa.

Ancianos

La despoblación de algunas regiones, sumada al profundo proceso de reestructuración en el que se ha visto inmerso el sector financiero, ha provocado que casi la mitad de los pueblos de España se hayan quedado sin ninguna sucursal bancaria. Para paliar esta situación, que ha disparado el riesgo de exclusión financiera en las zonas rurales, las entidades comienzan a buscar ‘soluciones’ que al mismo tiempo no afecten demasiado a la rentabilidad de su negocio.

De acuerdo a un informe del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), en 2016 -últimos datos disponibles- se contabilizan 4.114 municipios que no disponían de oficinas bancarias, es decir, el 50,7% del total de los pueblos de España. En términos de población supone que 1.256.590 personas tienen que trasladarse fuera de su localidad para acceder a una sucursal. En conjunto, representan el 2,7% de la población española, frente al 2% de hace una década, cuando estalló la crisis.

Al 50,7% de municipios sin sucursal se suma otro 15,8% que dispone de una única entidad de depósito (banco, caja o cooperativa) que ofrece servicios a través de sucursales. Se trata de otros 1.281 pueblos en los que residen 1,4 millones de personas, es decir, el 3,1% de la población.

Las cajas de ahorros o bancos de las antiguas cajas siguen siendo las que más población rescatan de la exclusión financiera, ya que ofrecen sus servicios en el 67% de estos municipios, mientras que las cooperativas de crédito lo hacen en otro 21% de las poblaciones. Solo el 12% de los municipios que cuentan con oficinas de una única entidad financiera han sido rescatados de la exclusión financiera por un banco.

Quizás por ello, la última propuesta para combatir la exclusión financiera en las zonas rurales ha partido de la banca, y en concreto del presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán, que considera que sería buena idea “ir hacia esquemas cooperativos de provisión de servicios básicos”, como se hace en algunas zonas de Canadá o EEUU. La otra gran baza, por supuesto, es el proceso de digitalización del sector, que a su juicio es “imparable”.

Por el momento, Banco Santander ya le ha cogido el guante. Durante la rueda de prensa de los resultados del primer trimestre, el consejero delegado de la entidad, José Antonio Álvarez, se comprometió a estudiar “en detalle” esta propuesta. “En España tenemos una problemática nueva relacionada con la distribución de población del país, que está dejando zonas cada vez menos pobladas”, reflexionó, para añadir que “estamos interesados en proporcionar los mejores servicios posibles”. “El mundo digital, combinado con los cajeros, puede funcionar”, apuntó también.

Desde el lado de las antiguas cajas, que sí han mantenido una mayor presencia en las zonas rurales, el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, ha valorado que la propuesta de la AEB es una “noticia magnífica”. “Encontrar maneras imaginativas de seguir dando servicios financieros a la población es buena noticia para todos”, señaló el pasado viernes en la presentación de las cuentas del grupo.

CaixaBank, que se mantiene con la mayor cuota de mercado en las zonas rurales, siempre ha apostado por la “inclusión financiera” a pesar de que le ha costado dinero, apuntó, en el marco de su “responsabilidad con la sociedad”.

La otra gran heredera de las cajas de ahorros la rescatada Bankia, también ha dado la bienvenida a buscar fórmulas para dar servicios bancarios. Tal y como señaló su consejero delegado, José Sevilla, la entidad apuesta desde “hace tiempo” por los denominados “ofibús”, un autobús que se desplaza por varias zonas rurales y acoge una oficina “completa” y que está funcionando “muy bien”, pues da servicio a más de 300 municipios.

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