Los analistas no se ponen de acuerdo a la hora de señalar cuál va a ser el futuro del oro a corto plazo. Hace unos días, la onza cayó por debajo de los 1.200 dólares (durante la crisis financiera el precio ha llegado a rozar los 2.000 dólares por unidad) y el metal va camino de cerrar el trimestre más débil de los últimos 40 años. ¿Se mantendrá la tendencia?
El pasado viernes el portal Business Insider parecía estar roto. Tan pronto se insertaba un comentario en donde se afirmaba que la onza iba a seguir descendiendo hasta situarse en los 850 dólares como se incluía otra valoración que decía, precisamente, lo contrario apoyándose en la resistencia que el metal estaba ejerciendo para no descender por debajo de los 1.150 dólares.
Los argumentos son los siguientes. Los que defienden que los precios van a seguir bajando apuntan a la falta de liquidez como una de las razones para ello. Los que defienden que ya ha tocado suelo explican que, de seguir bajando, los precios del oro se situarán por debajo de lo que cuesta extraerlo de las minas, por lo que se dejaría de extraer. Ante esta perspectiva, todo parece indicar -según afirman los que mantienen esta postura- que en algún momento el metal sufrirá un potente ‘rally’.
En cualquier caso, sólo en la última semana firmas como Morgan Stanley, Credit Suisse, HSBC y Goldman Sachs han coincidido a la hora de revisar a la baja sus proyecciones sobre el precio del oro. La mejora en la crisis financiera y el principio del fin de las medidas extraordinarias adoptadas por la Reserva Federal estadounidense sin que se hayan materializado las alertas hiperinflacionistas han desinflado el precio del metal precioso.
Este pinchazo es extensible también a la plata. Su cotización roza también mínimos desde el año 2010, y en el conjunto del trimestre acumula pérdidas superiores al 30%, las mayores desde el año 1980. En el día de hoy frena sus caídas y se acerca a los 19 dólares.
