Unicaja y Caja España-Duero tienen hasta poco antes de Navidad, el próximo 20 de diciembre, para acometer su proceso de fusión. Ayer, Almunia adelantó que en esa fecha se aprobarán los planes de reestructuración de los bancos españoles no nacionalizados pero que requieren ayudas públicas, entre ellos Ceiss, el banco de la caja castellana.
“Nuestro trabajo no ha acabado”, señaló el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario europeo de Competencia, que recordó que Bruselas debe aprobar antes de Navidad los programas de los otros bancos que necesitarán ayudas públicas: BMN, Liberbank, Caja3 y Ceiss.
La única opción que tiene Caja España-Duero para evitar una inyección de ayudas públicas pasa por la fusión con Unicaja, que lleva aplazada más de un año. La entidad andaluza estaría presionando, según apuntan los rumores del mercado, para que Caja España-Duero ceda sus activos inmobiliarios tóxicos al ‘banco malo’ y sólo posteriormente se integre con Unicaja, con un peso inferior al pactado inicialmente.
La intención de la entidad que preside Braulio Medel es hacerse con al menos un 90% de la futura entidad, cuando el acuerdo inicial entre ambas, alcanzado en verano de 2011, otorgaba una participación del 70% para Unicaja, por el 30% para Caja España-Duero.
La auditoría de Oliver Wyman señaló que el grupo resultante de la fusión no requeriría capital adicional si siquiera en el escenario más adverso, con un excedente de 128 millones de euros. No obstante, en el análisis individual, Caja España-Duero necesitaría 2.063 millones de euros en el escenario más adverso, mientras que Unicaja contaría con un excedente de 452 millones de euros. En el escenario base, la entidad castellana necesitaría 1.269 millones y a la andaluza le sobrarían 969 millones.
