Bankia, víctima de los políticos

Economía

Bankia, víctima de los políticos

La inminencia del rescate a Bankia ha desatado una tormenta política, con diversas reacciones de los líderes de los principales partidos del país. No es de extrañar, ya que la entidad, desde mucho antes de su nacimiento, se puede considerar una víctima de los políticos, según recuerdan ahora algunos observadores.

Para explicar los tejemanejes políticos que han convertido a la entidad en un monstruo con pies de barro, los analistas de salón se remontan a 1996. Ese año Miguel Blesa fue nombrado presidente de Caja Madrid con el respaldo de su amigo y presidente del Gobierno, José María Aznar, que acababa de ganar las elecciones generales a Felipe González.

La labor de Blesa al frente de Caja Madrid puede calificarse de gris, si bien aprovechó el momento de expansión económica para hacer crecer la entidad, con la apertura, en los 13 años en los que estuvo al mando, de 14.000 sucursales, con oficinas de banca de empresas en Miami, Viena y Lisboa, y con la creación de unos 6.000 empleos.

Los activos gestionados por Caja Madrid, pasaron, eso sí, de 33.000 millones de euros a más de 180.000 millones. A la fuerte expansión de la caja madrileña durante la era Blesa ayudó la venta del 10% que la entidad mantenía en Endesa, con la que recaudó 2.333 millones de euros.

El gran lunar de su gestión económica, el fracaso de la salida a Bolsa de Cibeles, su cartera de participadas, que habría permitido a la entidad capear mejor la actual crisis. Además, a lo largo de su larga etapa, la relación entre Blesa y Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid desde 2003, fue erosionándose. Fue precisamente Aguirre la principal valedora en 2009 de la salida de Blesa, en un enfrentamiento directo con el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón.

El candidato de la presidenta y a la postre presidente de Caja Madrid en 2010 no era otro que Rodrigo Rato, ex ministro de Economía del Gobierno de Aznar. La candidatura de Rato, pese a la oposición de Gallardón, contó, eso sí, con el visto bueno del líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, que pactó la lista final del consejo de administración de la entidad con Aguirre.

Uno de los primero movimientos de Rato desde su llegada a Caja Madrid fue impulsar la fusión con la valenciana Bancaja, en lo que en algunos círculos se calificó como la creación del gran banco del PP, dentro del proceso de consolidación del sector impulsado por el Gobierno entonces presidido por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero.

La Generalitat valenciana de Francisco Camps era partidaria de una fusión de Bancaja con la hoy malograda CAM, pero finalmente dio su brazo a torcer. Sin embargo, por el lado del otro socio mayoritario de Bankia, Bancaja, el camino también ha sido cuanto menos tortuoso.

La caja valenciana, que durante el ‘boom’ inmobiliario acumuló riesgos en el ladrillo, está presidida desde 2004 por José Luis Olivas, que fuera presidente de la Generalitat en 2002 tras la marcha de Eduardo Zaplana para irse al Gobierno. La relación entre Olivas y Rato nunca fue sencilla pese al rápido acuerdo para la fusión, que incluyó a otras cinco entidades de menor tamaño, pero se rompió del todo a raíz de la intervención de Banco de Valencia.

La sospecha de Caja Madrid y Rato es que Bancaja no contó toda la realidad de sus cuentas a la hora de la fusión, aunque el sentimiento era mutuo. De ahí, al más que probable rescate de Bankia, que se concretará esta misma semana.

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