De madre ese día en Cuba

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De madre ese día en Cuba

Este domingo de mayo fue un elemento más para corroborar que algunas fueron felices y otras todo lo contrario por muchas razones entre las que se encuentra en primer orden la ausencia de los hijos por haber emigrado.

Entrada a la necrópolis de Cristóbal Colón en La Habana

Entrada a la necrópolis de Cristóbal Colón en La Habana (Cuba)

Para los poco entendidos en la forma en que hablamos los cubanos, la expresión “de madre” es  significativa de varios estados de ánimo y asombro. Habría que determinar “in situ”, en contexto, si es lo uno o lo otro, si implica aires de felicidad extrema o de tragedia absoluta.

Este domingo de mayo fue un elemento más para corroborar que algunas fueron felices y otras todo lo contrario por muchas razones entre las que se encuentra en primer orden la ausencia de los hijos por haber emigrado a las buenas o a las malas en los dos últimos años en cifra récord e histórica. En segundo, incapacidad monetaria, pobreza.

Sirvió, además, para sepultar definitivamente aquella década de los 80s en que maestros dulceros y audaces panaderos hacían un extraordinario esfuerzo de veinticuatro horas seguidas peor que Chaplin en Tiempos Modernos. Cada madre recibía un “cake” en todo el país por cartilla de racionamiento.

A precio tan bajo (cinco pesos) que hoy resultaría risible por no decir nostálgico. Venían en cajas de cartón con un gigantesco corazón rojo impreso en la tapa a la par de una advertencia que no admitía equívocos: “Para Mamá”. Entonces había huevos, harina, azúcar, vainilla, polvo de hornear y, sobre todo, buenas intenciones.

Y otra sorpresa demostrativa que unas  sí y otras no. Nada raro en el resto del mundo, pero sí en Cuba. Restaurantes privados que se destacan por su calidad y precios, ya en horas tempranas del viernes tenían cubiertas las reservaciones para ocupar mesas. Cuatro personas sin excesos comestibles ni “bebestibles”, algo menos de 61.000 pesos cubanos donde una pensión asciende a 1.528 pesos.

No pocas ferias alegóricas a lo largo de la geografía insular. Muchas, muchísimas flores y alguna que otra artesanía como jarras, collares y pulsos. Si la capital mostró que era día tan significativo, fueron los camposantos y floristas sus protagonistas.

Desde esta humilde columna, mi cálido abrazo para todas aquellas que han perdido a sus hijos en guerras lejos de casa, en los mares que circundan la isla, selvas centroamericanas y en hospitales donde ya nada podía hacerse por devolverles la vida.

Tibia la festividad; excesivas las remembranzas.

Si algún cubano le comentara que el ágape fue “de madre”, pídale que lo ejemplifique, que le proporcione piezas y arme el rompecabezas de cómo le fue a cada madre en su día porque cierto es eso de las ocurrencias en la viña del Señor…

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