Un aviso, una pregunta y un ruego

Cuba

Un aviso, una pregunta y un ruego

El general de Ejército Raúl Castro (92 años) ya aparece muy poco en la prensa. Al calor del 65 aniversario del triunfo revolucionario, habló en la conmemoración nacional en Santiago de Cuba

Raúl Castro, presidente de Cuba

Raúl Castro (foto de archivo)

Asisto a una reunión de vecinos en un suntuoso chalet confiscado a alguien que quiso pasarse de listo ante la Ley, y en una habitación convertida en sala de conferencias me sorprende una manta a color con tecnología de punta de poco más de un metro de alto por unos cuatro de ancho que ocupa prácticamente toda la pared.

Y leo:

“Lo único que puede conducir a la derrota de la Revolución y el Socialismo en Cuba, sería nuestra incapacidad para erradicar los errores cometidos en los más de cincuenta años transcurridos desde el lro. de enero de 1959 y los nuevos que pudiéramos incurrir en el futuro”.

El texto lo suscribe Raúl Castro, le acompaña una imagen del general en blanca guayabera y la fecha correspondiente: ¡29 de enero de 2012!

Doce años después la propia vida y no las famosas campañas orquestadas por enemigos y adversarios de la revolución cubana, nos dicen por las claras que continúan a granel los errores, disparates y medidas que, lejos de beneficiar, causan tanto daño al país y sus ciudadanos como esos tsunamis o el propio bloqueo imperial.

Y la pregunta no puede ser más que una:

¿Hasta las cuántas, damas y caballeros; compañeros y compañeras?

En la última reunión del Consejo de Ministros quedó bien claro que no se aplicaría ninguna medida si antes no estaban creadas las condiciones e incluida la efectiva consulta popular.

El general de Ejército Raúl Castro (92 años) ya aparece muy poco en la prensa. Al calor del 65 aniversario del triunfo revolucionario, habló en la conmemoración nacional en Santiago de Cuba. Lo hizo durante 26 minutos de manera realista y comprometido con el legado de su hermano Fidel. Expuso muchas ideas a tener en cuenta en estas “circunstancias muy difíciles” y “compleja e inaplazable batalla”. Una de ellas, que quienes se cansen, “cedan sus puestos a otros”. Entre cansados e ineptos, la fila o cola pudiera ser respetable.

Finalmente, un ruego. No consultar con la famosa y anónima Academia que nos ha mordido ya unas cuantas veces. Personalmente, no tengo nada contra ella, pero como estudian tanto no creo dispongan de tiempo para salir de sus oficinas y ver las cosas en la calle, palparlas en sus manos. Consultar con el pueblo en primer orden y no de palabra, de hecho.

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