Sequía, mucho más que ausencia de lluvias

Especial 26 Aniversario

Sequía, mucho más que ausencia de lluvias

No llueve, eso es evidente. Sin embargo, la causa de fondo de la alarmante situación actual es mucho más profunda que una falta temporal de precipitaciones.

Las sequías son un fenómeno natural y recurrente en un país mediterráneo como España. Sin embargo, este 2017 ha llovido muy poco, un 15% por debajo de la media y esto es mucho menos que lo ocurrido en las sequías de los años 90.

No llueve, eso es evidente. Sin embargo, la causa de fondo de la alarmante situación actual es mucho más profunda que una falta temporal de precipitaciones. Podría decirse que, en gran medida, somos responsables de la sequía. No hemos adaptado las demandas de agua, sobre todo de la agricultura, a la realidad de un país seco.

Por desgracia, nos encontramos estancados en un modelo cortoplacista que parte de dos errores fundamentales. El primero es que trata a los ríos como meras tuberías, aunque sepamos de sobra que los ecosistemas acuáticos sanos y vivos son nuestra mejor reserva de agua ante las inundaciones, ahora y en el futuro. El segundo es la concepción de que el agua es infinita, de que no hace falta limitar las demandas porque siempre se podrá sacar más de los acuíferos, siempre se podrá hacer un trasvase o un nuevo embalse.

El resultado es que casi la mitad de las masas de agua están en mal estado, según datos oficiales, con la calidad ecológica de los ríos bajo mínimos y los principales humedales de nuestro país al límite, incluidos Doñana, las Tablas de Daimiel o el Delta del Ebro. Mientras tanto, la escasez crónica de agua de España es cada vez más preocupante, sobre todo si sumamos el cambio climático, que aumentará la intensidad, la duración y la frecuencia de las sequías

No avanzaremos mientras los responsables políticos sigan sin estar dispuestos a afrontar un problema central, el del regadío. La agricultura consume alrededor del 80% del agua en España y se prevé que en los próximos cinco años la demanda agrícola aumente al menos un 3%. Cultivos tradicionalmente de secano se han transformado masivamente a regadío para producir cada vez más: el olivo, la vid y, últimamente en muchas zonas del sur, el almendro. Por cuencas la situación es aún más llamativa: del 9% previsto en el Ebro al 88% en la cuenca andaluza del Tinto-Odiel-Piedras.

En vez de asumir que cada vez habrá menos agua disponible, el Gobierno sigue gestionando las sequías como si fueran algo excepcional: a golpe de decretos urgentes, como el aprobado en junio que eximía a los regantes del pago del agua en las cuencas del Duero, Júcar y Segura en vez de incentivar su uso de manera eficiente. En definitiva, no se plantean verdaderas medidas de prevención para contener el consumo de agua y hacernos menos vulnerables ante las sequías, un fenómeno natural y recurrente en el contexto mediterráneo.

Desde WWF llevamos mucho tiempo alertando sobre el escenario al que nos dirigimos si seguimos por este camino. Defendemos un cambio de raíz en el modo en que tratamos el agua, y los ecosistemas acuáticos, para asegurar los recursos hídricos.

Eva Hernández es responsable del Programa de Aguas y Agricultura de WWF España.

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