Por qué EEUU no tiene rival para Huawei

Por qué EEUU no tiene rival para Huawei

La primera economía del mundo no cuenta con ninguna compañía capaz de competir en el desarrollo de infraestructura de redes 5G.

5G

El esfuerzo cada vez más agresivo de la Administración Trump para acabar con Huawei en Occidente puede sentar las bases de cambios profundos en la industria de las telecomunicaciones. Además del gigante chino, la sueca Ericsson y la finlandesa Nokia son actualmente las únicas compañías que proporcionan redes inalámbricas 5G completas. Estas dos últimas, junto con la coreana Samsung, se pueden convertir en las empresas más beneficiadas de la campaña estadounidense anti Huawei, que alcanzó esta semana un éxito con el veto del Reino Unido. Pero en medio de esta batalla hay una cuestión relevante que Washington aún no ha enfrentado directamente: ¿por qué EEUU no tiene su propio competidor local?

Hace ya más de un año que la primera economía del mundo declaró ‘non grata’ a la empresa de Shenzen, pero en todo este tiempo no ha podido recomendar una compañía estadounidense que intervenga y pueda proporcionar los mismos equipos.

Huawei es el mayor fabricante de equipos de telecomunicaciones del mundo, con una cuota de mercado en el primer trimestre de este año del 28%, según Dell’Oro, y más contratos de 5G que cualquier otra compañía en el mundo. Sus rivales más cercanos son Nokia y Ericsson, con un 15% y un 14% respectivamente. Para frenar el dominio chino, EEUU ha explorado incluso formas de canalizar ingresos a las competidoras europeas, con créditos y otras fuentes de financiación, porque a día de hoy no existe una compañía estadounidense capaz de competir a nivel mundial en el desarrollo de infraestructura de redes.

Tiempo antes de que se exacerbara el conflicto, la Casa Blanca preguntó a la industria local por qué EEUU no podía hacer lo mismo que Huawei y cuánto tiempo llevaría poder hacerlo, pero lo cierto es que el país perdió esa capacidad hace mucho tiempo.

En los primeros tiempos de la telefonía fija, EEUU no tenía rival. Empresas como AT&T, la sucesora del antiguo monopolio Bell System, proporcionaba equipos de red por todo el mundo. Eran compañías poderosas, fuertes y máquinas de innovación. Pero no supieron adaptarse con la suficiente velocidad y agilidad al nuevo mundo de la telefonía móvil y de Internet.

La supremacía estadounidense se desintegró en los 90 tras las erróneas decisiones adoptadas por el Gobierno y las propias empresas. La regulación y las políticas destinadas a estimular una mayor competencia, especialmente la Ley de Telecomunicaciones de 1996, que provocó una avalancha de nuevos participantes en el mercado. El resultado fue una serie de batallas empresariales y fusiones continuas durante los siguientes años, que lejos de traer una mayor consolidación, provocó un mercado aún más fragmentado. Así que realmente perjudicó, en lugar de ayudar, el desarrollo de la banda ancha.

Otro de los errores de la ley del 96 fue permitir que las compañías desarrollaran y utilizaran sus propias tecnologías de red, mientras que en Europa todas las empresas acordaron utilizar el GSM, que se convirtió en el estándar mundial para las comunicaciones móviles.

La necesidad de obtener ingresos en un mercado tan competitivo llevó además a las compañías a girarse cada vez más al entonces emergente mercado chino, lo que les permitió mantenerse a flote un tiempo, pero a la vez puso la semilla para la dominación asiática. “Cada vez que vendíamos a los chinos, exigían que fabricásemos localmente y que compartiésemos la tecnología con nuestros socios chinos”, según explicó Tom Lauria, un analista de telecomunicaciones y exdirectivo de Lucent a Financial Times. “Las compañías occidentales necesitaban ver crecer los ingresos, y eso significaba que teníamos que cumplir con sus reglas”.

Con el tiempo y el colapso de 2001, se produjo una caída en el número de jugadores en la industria de telecomunicaciones. Y una deriva hacia lo que a menudo se caracteriza como oligopolio.

Al final, Lucent fue comprado por la francesa Alcatel en 2006. En 2011, Nokia Siemens Networks se hacía con la división de infraestructuras de red de Motorola, y solo unos años después, en 2015, compraba también Alcatel-Lucent. Pero lo que hasta no hace mucho se veía solo como un fracaso comercial por parte de las empresas estadounidenses se ha convertido ya en un problema político.

El comodín: Open RAN

Ahora el Gobierno estadounidense está promocionando un nuevo enfoque más abierto para la arquitectura de red inalámbrica, llamado Open RAN. La idea es hacer que los equipos de diferentes proveedores trabajen entre sí, permitiendo a los operadores móviles mezclar y combinar equipos de varios proveedores y potencialmente mejorar la flexibilidad y reducir los costos.

Open RAN es un comodín. Los gigantes tecnológicos de EEUU, Incluidos Qualcomm, Oracle, Microsoft, Cisco, Intel y Nvidia, esperan que les brinde la oportunidad de expandir su presencia en equipos de telecomunicaciones, donde ya desempeñan un papel como proveedores de enrutadores, chips y software.

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