Estratégicamente situado a poniente observo los movimientos cerca de Gibraltar. De momento no hay un solo pijo de la Brigada Motorizada de Carritos de Golf que haya dejado de jugar en Sotogrande, y por lo que he podido contemplar tanto en Puerto Banús como en Guadalmina no hay nada extraño en la flota de yates que salen por la mañana con la cubierta llena de “primas” en biquini dispuestas a quedarse con todo el sol de la costa. En resumen: calma chicha debido a un terral que entraba ayer a mediodía y que amenaza con secar las buganvillas y provocar ataques de calor entre los que se ven atrapados en las largas colas de acceso a la Roca.
De momento la llamada presión diplomática lo que ha conseguido es cabrear al ciudadano medio que trabaja en Gibraltar y al que además del tiempo perdido en las colas le quieren cobrar cien euros como si ir currar fuera una diversión de casino. La conversación Rajoy/Cameron parece que no llegó a ninguna parte, la culpa es de Cameron porque a nadie en su sano juicio se le ocurre interrumpir el aperitivo de nuestro presidente en vacaciones; además con el ruido que hay en los bares es como para concentrarse en cuestiones internacionales. Hizo bien Rajoy al darle el número de Margallo y que allá se las compongan los británicos con él.
La verdadera presión vendrá cuando a los bancos españoles instalados en el Peñón les entre el patriotismo de caja pero de momento nada de nada. Cuando lean que un banco español cierra la sucursal en Gibraltar para demostrar que está del lado del gobierno entonces pueden pensar que el siguiente movimiento será Trillo desembarcando con los veteranos de la batalla de Perejil.
Gibraltar, cueva de Alí Babá, es para quién se lo trabaje y las entidades financieras españolas no están dispuestas a ceder parte de su negocio aunque sepan que el origen de esas fortunas es el contrabando o el pillaje industrial a gran escala. Bancos que presumen de españolidad pero que en el balance no tienen corazón ni entrañas. A esos les debería también dedicar Margallo una arenga de verja, unas palabritas para hacerles entrar en razón. El dinero siempre se pone de parte del vencedor así que mientras no veamos oficinas cerradas es que el Reino Unido va ganando la batalla.
Ya iré contando siguientes movimientos porque este puesto de observación privilegiado da para contemplar tres siglos de diplomacia fallida que ahora Margallo quiere recuperar de un plumazo con unas dosis de bricolaje casero.
