Jodidos pero felices

Opinión

Jodidos pero felices

No queda otro remedio: hay que ser felices. Ya sé, ya sé que la cosa está muy jodida, pero la felicidad se impone si no queremos precipitar nuestra emigración al cementerio. Trataré de explicarme mejor, antes de que me venza mi propensión a empezar por el final. Resulta que nuestro organismo, que no para de darnos sorpresas, alberga a tres moléculas, la dopamina, la serotomina y el cortisol, que tienen la virtud de la emoción además de vocación viajera que les lleva a recorrer el cuerpo camufladas en la sangre y promoviendo por donde pasan diferentes emociones en nuestro estado de ánimo.

Así de simple aunque luego, contado por los médicos de Harvard, que son sus descubridores, la cosa es pelín más enrevesada. La dopamina promueve confianza en uno mismo, la serotomina, calma – que tanta falta nos hace habitualmente a algunos – y el cortisol, que es la molécula con peor leche entre las tres, produce miedo. Entre nosotros, yo debo de tener mucho porque el miedo que pasé a veces, y sigo pasando cuando veo a determinados personajes en la tele, no es para contarlo. Bueno, pero este asunto no se queda así.

Estas moléculas son en definitiva las que nos provocan o, lo que es más frecuente, nos privan de la felicidad. Y la felicidad, ya se sabe, además de ser efímera y a menudo tramposa, al final tiene una incidencia en nuestra salud que para qué. Dentro de un mes se celebrará el II Congreso Mundial sobre la felicidad y esta tesis va a ser desarrollada con pelos y señales por el eminente investigador Mario Alonso Puig, que trabaja en Harvard, ya digo, y está convencido de que las emociones afectan a la salud.

Con un nivel alto de cortisol, por ejemplo, además de una mayor propensión al acojone, los glóbulos blancos funcionan peor. Y, por supuesto, dejarse dominar por las moléculas de marras y caer en estados de desesperanza, de angustia y nada digamos de ira, puede convertirse en unas oposiciones facilonas para tener que ser trasladado de urgencia al hospital. Que se me acaba es espacio: lo dicho, aunque estemos jodidos como estamos, hagan el puñetero favor de ser felices que no hay mal que cien años dure.

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