Sólo los alemanes son alemanes

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Sólo los alemanes son alemanes

Aunque nos cueste trabajo creerlo, sólo los alemanes son alemanes. El resto de los europeos no lo son. Y, a lo mejor pueden tener la capacidad de detectar un error, reconocerlo y buscar una salida distinta para combatir la crisis. Sobre todo por si funciona y sirve para que la economía de la Eurozona salga del hoyo.

Se sabe que los alemanes, desde siempre, han destacado por sus dificultades a la hora de cambiar de estrategia. Incluso cuando todas las pruebas empíricas demuestran que se trata de un camino equivocado. Como pasa ahora, por ejemplo.

Los ciudadanos del Viejo Continente llevan ya cuatro años oyendo la misma música. Esa canción que nos cuenta que para salir de la crisis hay que hacer recortes. Pero tras la aplicación de la receta infalible que nos ha proporcionado el gran hermano teutón lo único que ha sucedido es justo lo contrario de lo que supuestamente iba a pasar.

La economía de las naciones que han tenido la poca fortuna de caer en el protectorado germano que administra Bruselas va de mal en peor. Incluida la española. Y, como consecuencia de eso, la zona del euro volverá a entrar en recesión, según las previsiones de la propia Unión Europea (UE). Hasta Alemania, la gran locomotora frena y ha sufrido una severa contracción económica en el último trimestre del pasado año.

Pues bien. Queda claro que todas estas evidencias no son suficientes para que los actuales dirigentes del país germano se planteen, siquiera por un momento, la posibilidad de cambiar de rumbo. Pero quizá haya llegado el momento de que el resto de los europeos se pare un momento a pensar. Por si conviene empezar a hacer algo distinto, como decíamos antes.

Eso sí, por el momento, nadie en Europa, o casi, parece ser capaz de rebatir el discurso de Angela Merkel y sus expertos económicos. Ni de intentarlo siquiera. Las única críticas conocidas llegan desde el otro lado del Atlántico.

A pesar de ello, la Alemania de hoy está todavía lejos de ser tan incontestable aquella nación que en 1940 dominó el continente sin que nadie se atreviera a levantar la voz, a pesar de las dudas que suscitaba el gobierno de Hitler. Las tropas nazis tomaron París y los países Bajos y atacaron Noruega y Dinamarca para asegurarse el suministro de hierro. Poco después, en 1941, Rommel entraba en Libia con lo que el régimen tomaba el control de los enclaves petrolíferos del norte de Africa. ¿Quién iba a discutir a aquel impresionante imperio?

Pues bien, cinco años después, todo ese poder absoluto se desvaneció por completo y el mundo entero tuvo que contribuir a la reconstrucción de un país devastado. Desde entonces, Alemania se ha abstenido de poseer tanques, más o menos. Tal vez, si la historia se repite y Europa tiene que sacar otra vez al gran país germano del hoyo se le podría poner como condición que dejaran de tener bancos. Ese nuevo ejército de ocupación cuya mala salud, que Berlín se niega a reconocer, ha provocado este agravamiento de la crisis en la periferia europea.

A lo mejor la buena conexión entre Mario Monti, el nuevo presidente italiano, y la curia vaticana supone el inicio de un cierto contrapoder. De una línea distinta de pensamiento que, cuando menos, se atreva a poner en duda la validez de los recortes. Una receta económica que sólo ha servido para agravar la crisis. Porque los alemanes son alemanes. Y no van a cambiar. Pero los demás quizá sí podamos hacerlo.

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