El tesoro de las monjas

Opinión

El tesoro de las monjas

Pobres monjas del Císter aragonés! Bueno, pobres es un decir. Eran ricas, pero de pronto se han vuelto pobres de solemnidad y pobrecitas como dignas de lástima. El millón y medio de euros, en su mayor parte en billetes de 500, que guardaban en bolsas de basura en un armario del convento se ha evaporado sin dejar rastro.

Algún desaprensivo, de tantos como pululan incluso en las clausuras se coló por las rendijas del cenobio y se llevó el tesoro que las hermanitas guardaban como oro en paño por si los tiempos empeoraban para la comunidad. La noticia corrió por las redacciones y comisarías impregnada de incredulidad y preguntas difíciles de contestar. ¿Por qué tenían las monjas sus dineros tan mal guardados y bajo un depósito tan poco productivo como el que ofrecen las bolsas de basura? ¿Acaso no confiaban en los bancos para mantener sus ahorros a buen recaudo? Claro que, bien mirado, tan mal o peor les habría ido si hubiesen claudicado a las tentaciones de rentabilidad del ocho por ciento que prometía el ínclito Ruiz Mateos.

Pero esa es otra cuestión: la segunda duda, después de la que crea la identidad del ladrón, o ladrones quien sabe, es cómo se las apañaron las hermanas cistercienses de Zaragoza para acumular millón y medio y más en billetes de 500. Las monjas son austeras por naturaleza, pero hay que juntar muchos céntimos para hacerse con semejante botín. La Policía debe de tener algunas dudas cuando también investiga el origen del cuerpo del delito. Claro que, entre tanto, se ha sabido que forma parte de la comunidad, de apenas veinte religiosas, Isabel Guerra, una pintoras hiperrealista cuyos cuadros se venden como rosquillas. Ha hecho exposiciones y sus dibujos no han bajado de 2.500 euros mientras alguno de sus lienzos rebasó los 40.000. Con estos antecedentes, seguramente el origen del tesoro ya no extrañe tanto aunque siga sorprendiendo la escasa confianza que a las monjas les merece el sistema bancario que tenemos.

Más información