Podemos busca un golpe de efecto para resucitar

Detrás de la cortina

Podemos busca un golpe de efecto para resucitar

El nuevo objetivo de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón es impedir que o PP o PSOE puedan formar gobierno con el apoyo de Ciudadanos En sólo un año y medio de vida Podemos parece haber agotado un ciclo completo y estar a punto de desvanecerse en el limbo de las buenas ideas que un día sacudieron el mundo para desaparecer sin más. El batacazo de Cataluña y la dura ‘derrota’ que Bruselas y Berlín han hecho encajar a Syriza, tienen parte de la culpa de un panorama demoscópico que deja reducidas las expectativas de voto de los morados en un entorno sólo levemente superior al 10% que, no está mal, pero es demasiado poco para lo que se esperaba.

Con el viento en contra, esos dos magos de la política teórica y los medios de comunicación de masas, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón que parecían capaces de llevárselo todo por delante han acumulado las demostraciones de ingenuidad y torpeza, prescindido de algunos de los elementos más relevantes de su equipo inicial y agotado su discurso de regeneración y políticas sociales mucho antes de que nadie haya conocido, en realidad, cuáles son sus recetas para cambiar la situación y su estrategia para poder llevarlas a cabo.

Para colmo, ese «Podemos de derechas» que muchos grandes empresarios reclamaban el año pasado, cuando la fuerza imparable de los morados parecía capaz de provocar un terremoto en el sistema, existe por fin. Se llama Ciudadanos, se ha materializado ya y, como mínimo, puede asegurar la permanencia de un bipartidismo imperfecto que permita controlar a los poderes reales del país las reformas necesarias para proceder al lavado de cara institucional que resulta indispensable.

El simpático Albert Rivera y sus pulcros y alegres muchachos han conseguido un alto grado de credibilidad, también en poco tiempo. Quizá porque en el fondo, nadie quiere cambios de calado, en realidad. Para muchos votantes quizá sea suficiente hoy por hoy con que el PP abandone el poder durante una larga temporada, de tal modo que sufra el castigo correspondiente a sus múltiples pecados. Los relacionados con la corrupción, especialmente, pero también el haber llegado al poder hace cuatro años, subido sobre la promesa implícita de que iban a ser capaces de darle la vuelta a la situación y, sobre todo, conseguir que volviera a haber empleos de calidad para todos.

Puede incluso que ni siquiera sea necesario que el partido conservador pierda todo el poder que había acumulado. Como ha sucedido en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, basta con que cambien las personas que dan la cara. Hay muchos votantes que parecen conformarse a estas alturas con algo parecido a lo que significa Cristina Cifuentes. Un más de lo mismo rejuvenecido, algo más amable y cuyo círculo de intereses creados no sea tan evidente y escandaloso como aquel que rodeaba a sus predecesores.

De algún modo, la irrupción de Podemos, por lo tanto ya habría dado su frutos. Todos esos figurones del viejo PP que se amontonan en el Senado serían la prueba. El enemigo ha sido desalojado de sus fortalezas e incluso algunos símbolos de aquellos desmanes, como Francisco Granados Luis Bárcenas o Gerardo Díaz Ferrán están o han estado en la cárcel y hasta símbolos de una época de presunto esplendor, como el antes admirado Rodrigo Rato podrían llegar a pasar por el trance aunque eso no parezca todavía demasiado posible a estas alturas.

Entonces, ¿están definitivamente liquidados los morados? Van a pasar a ser un grupo testimonial, cuyas expectativas de llegar a poder sean, poco más o menos, las que ha tenido siempre IU? Tal vez no del todo. En realidad, la ofensiva que el núcleo del viejo poder bipartidista lanzó contra Iglesias, Errejón y Monedero, no ha conseguido, al menos todavía, terminar por completo con sus posibilidades de complicarle la vida a la gente de bien. El objetivo real del ataque era lograr algo parecido a lo que sí han logrado con su ofensiva sorda contra Rosa Díez y su UPyD. Borrarles por completo del mapa.

Es curioso, como el partido que más ha hecho, en los juzgados y en el Parlamento, por impulsar la regeneración democrática y erradicar la corrupción ha sido eliminado de modo incruento, y como sus líderes más populares Toni Cantó e Irene Lozano han sido rescatados del naufragio y han encontrado un acomodo que les asegura la supervivencia. Ya saben, el uno con los ‘naranjas’ y la otra a la vera de un Pedro Sánchez que busca tender puentes hacia Rivera para convertirse, si salen las cuentas en el primer presidente del Gobierno de España de esa era sin mayorías absolutas que se avecina.

UpYD que ya existía, había acreditado un curriculum perfectamente valido y parecía a punto de recoger el fruto de sus sacrificios ha pagado muy cara su osadía. El hecho de haberse tomado en serio la regeneración democrática y haber perseguido con saña, entre otros, a los liquidadores de Bankia, los históricos y los nuevos. Tal vez algunos de estos votantes centristas de ahora deberían replantearse cuál es el verdadero motivo, si es que lo hay, por el que el partido magenta ya no es para ellos una opción electoral rentable.

Pero a Podemos, de momento, no le ha pasado lo mismo. Podemos sigue ahí y aunque tenga que revisar a la baja alguno de sus objetivos podría renacer si vuelve a demostrar que es necesaria la existencia de una opción ‘amenazante’ y con posibilidades reales de tocar poder que impida que las aguas vuelvan a su cauce.

El reciente resbalón de Pedro Sánchez con la derogación de la reforma laboral es un buen ejemplo de lo que podría estar por venir. Da la impresión que a los socialistas les ha bastado conseguir un pequeño respiro para volver a las andadas. Ahora resulta que la prioridad de un partido de izquierdas no es impedir que se consolide un brutal abaratamiento del despido.

¿Qué más sorpresa nos depararán los socialistas? ¿Van a proponerle al votante un contrato plagado de letra pequeña? ¿Va a usar enunciados grandilocuentes vacíos de cualquier contenido? Como acabamos de ver al menos la tentación de hacerlo está ahí. Es obvio que Ciudadanos, acaban de verlo en la votación sobre Telemadrid o en el acuerdo sobre los presupuestos de Andalucía, es un partido tan flexible y maleable en todo que no representa ningún problema ni para los nuevos líderes socialistas o populares.

Políticos como Pedro Sánchez o Cristina Cifuentes que jamás hubieran llegado a dónde están ahora si Podemos no hubiera puesto todo patas arriba hace un año. Por eso, es probable que todavía haya partido y que no sea conveniente dar por seguro ningún resultado.

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