Pablo Iglesias cae en la trampa de Artur Mas

Detrás de la cortina

Pablo Iglesias cae en la trampa de Artur Mas

El fracaso de Podemos en Cataluña anima el voto independentista para el 27S Las últimas encuestas publicadas sobre los posibles resultados de las elecciones autonómicas catalanas del próximo día 27 de septiembre aportan pocas novedades. Como se anticipaba desde el principio de esta campaña electoral, e incluso antes, la fotografía ‘demoscópica’ indica una victoria ajustada de Juntos por el Sí que, sin embargo, no obtendrá la mayoría absoluta.

Aunque, las fuerzas independentistas en liza si tendrán el control del Parlamento catalán gracias a los escaños que conseguirá la CUP, una curiosa coalición de izquierdas que coquetea con los antisistema y ha adoptado la esteleda en su simbología en sustitución de la vieja hoz y el astillado martillo de siempre.

Pase lo que pase tras estos singulares comicios, llegue o no llegue esa supuesta declaración de independencia unilateral en los próximos 18 meses, una primera lectura de estos vaticinios deja un clarísimo perdedor en estas escaramuzas iniciales. Se trata de Podemos,cuyo marca electoral Cataluña Sí Puede y cuyo candidato Lluis Rabell no están dando la talla y alejan al partido de los resultados que hubiera podido conseguir sin estos evidentes tropiezos estratégicos.

Es cierto que de los errores se aprende y que resulta bastante posible que dos políticos de altura como Pablo Iglesias e Iñigo Errejón tomen nota de lo sucedido y marquen un nuevo rumbo en el caso de que se produzca el desastre que anticipan los sondeos. Pero, a día de hoy, parece claro que han demostrado que les faltan muchas horas de vuelo para ponerse a jugar al poker en la misma mesa que un tahúr con tanta capacidad para marcarse faroles como el grandísimo Artur Mas.

Un respeto, oigan por este político duro y aguerrido, sin miedo al ridículo ni a las situaciones difíciles. Este tío ha sobrevivido a unas cuántas catástrofes anunciadas y a situaciones que habrían enterrado para siempre a cualquier otro político y ahí sigue, agarrado a su ‘rival’ Oriol Junqueras para sobrevivir y dispuesto, sí se tercia, a bajarse del barco independentista y vender las nuevas concesiones que, sin duda, va a realizar ‘Madrid’ en los próximos meses, gobierne quien gobierne tras las elecciones generales, como el resultado de una apuesta política de alto riesgo, realizada por él, que tuvo que jugarse el tipo para conseguir que España devolviera parte de las afrentas que ha realizado a Cataluña y se aprobase un nuevo ‘encaje’ constitucional del territorio.

Vamos que, dentro de nada van a oírle decir que la ‘tercera vía’ era él, sin abandonar, por supuesto, del todo ‘la estelada’, ni volver a abrazar del todo la vieja ‘senyera’. Al fin y al cabo, sin esa capacidad acreditada por los nacionalistas de derechas de amenazar de vez en cuando con la ‘secesión’ les resultaría imposible mantenerse en el poder y lo saben.

Un tipo muy listo como ven este Mas. Con las ideas claras y un calendario perfectamente definido. Nada, pero nada, que ver con las torpezas cometidas por los líderes de Podemos en Cataluña, justo el único lugar de España en el que probablemente, hubiera sido el que hubiera sido el resultado, el partido morado habría tenido que presentarse en solitario, con sus siglas bien visibles y sin la compañía de compañeros de viaje como los que han elegido.

Resulta que los resultado de la candidatura ‘podemita’ son poco más o menos los mismos que consiguió ICV en las pasadas elecciones. Si acaso, los morados aportan cuatro escaños adicionales en el mejor de los casos. O sea que por el flanco izquierdo, la CUP, también con la estelada como argumento fundamental, les ‘roba’ clientela y por el derecho los Ciudadanos de Albert Rivera le hacen un siete. De modo que lo único que parecen ser capaces de pescar es unos cuantos votantes descontentos con el viejo PSC y sus indefiniciones endémicas.

Demasiado poco. Casi nada para un partido que, casi sin bajarse del autobús, estuvo a punto de acabar en su día con toda la pujanza del soberanismo. Hasta que calcularon mal el poderío real de lo que tenían enfrente, tuvieron miedo de salir solos al terreno de juego y se enredaron en la telaraña fabricada por un Artur Mas que, y tampoco conviene olvidarlo, jamás hubiera podido hacer lo que ha hecho sin la colaboración activa de otro gran beneficiado por la amenaza separatista que también sabe jugar muy bien al poker: el gran tahúr gallego conocido como Mariano Rajoy, que, como ya hemos dicho alguna vez en esta columna, también se beneficia y mucho de que la estelada siga paseándose por las calles de Cataluña.

Cuando toque, Mas y Rajoy, con Rivera como punto de apoyo fundamental en la operación, rescatarán ese pacto entre las oligarquías catalana y española que ya sirvió, por ejemplo, para que las viejas familias que acaparan el poder en esa región se pusieran a las órdenes del ‘franquismo’. Lo harán gracias a que la CUP, con su deseo de ‘volar’ por los aires el estado y sacar a Cataluña del euro, proporcionará la excusa necesaria para volver a hablar de moderación y modernidad. Y para entonces, ERC estará acabada y tendrá que fichar a Ada Colau para resucitar, que integrará encantada a lo que quede de ellos en su ‘movimiento de masas’.

¿Pura ciencia ficción? Tal vez sea cierto. Pero, por si las moscas Iglesias y Errejón deberían realizar ya un auténtico ejercicio de autocrítica. Más que nada, porque como han podido comprobar en los últimos años esos alicaidos líderes socialista que no cuentan en su filas ni con un mal ‘Gordon Brown’ del que echar mano en momentos como este, sin ser una opción relevante en Cataluña no se puede gobernar en España. Y para triunfar en un territorio tan complicado, hay que tener una personalidad política propia. O eso creo yo.

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