El pan nuestro de cada día es una vergüenza nacional en Cuba

Cuba

El pan nuestro de cada día es una vergüenza nacional en Cuba

Algo pasa en la isla que autoridades e incluso los que dicen llamarse empresarios o panaderos no han logrado en más de 60 años de revolución lograr fabricar un pan que valga la pena y alegre el estómago.

Cuba La Habana Che Guevara tienda

Quienes tuvimos el privilegio de observar en un museo de la otrora Leningrado, hoy San Petersburgo, aquel minúsculo pedazo de pan ideado por Stalin e imprescindible en tamaño para sobrevivir durante el cerco fascista a esa ciudad rusa, quedamos más que convencidos del valor y respeto que merece tal alimento que una vez terminada la guerra alcanzó categoría de sagrado en toda Europa.

Algo pasa en la isla que autoridades e incluso los que dicen llamarse empresarios o panaderos no han logrado en más de 60 años de revolución lograr fabricar un pan que valga la pena y alegre el estómago, que goce de la preferencia mayoritaria y que, de paso, sea excluido de chistes costumbristas con salpicaduras políticas.

Un verdadero bochorno que a estas alturas un ministro encargado del tema tenga que comparecer en la televisión nacional para dar explicaciones que en buen castellano se convierten en justificaciones.

Acaba de salir en el telediario del mediodía una administradora aclarando que el producto era malo por la harina comprada en el exterior. El colega le preguntó entonces si le bajaban el precio y la otra, como ofendida, le remató que “no, al mismo precio.”

Dificultades o retrasos tecnológicos aparte, el sector privado alcanza una notable satisfacción de sus clientes por la calidad y variedad de la oferta. Y lo hace bajo condiciones no del todo favorables.

Muy probablemente, la solución no quiera verse. El gobierno debe desentenderse de este añejo problema y pasar esa tarea a cooperativistas o emprendedores privados. Así de sencillo, sin necesidad de hornear el problema y evitar que un ministro deba volver sobre lo mismo cada doce meses.

Más información