Señor presidente de Brasil, en línea con el primer Trump, tan admirado por Su Señoría, indigna que minimice la pandemia del coronavirus llamándolo gripeciña, costipadiño, sin atender a la muerte que va sembrando con una velocidad de propagación sin respeto a fronteras ni pasaportes.
Su obligación ineludible es proteger a la población, aprendiendo de las medidas de eficacia ya probada. Sepa que frente al Covid-19 quien no está combatiendo el contagio lo está favoreciendo y que a Naciones Unidas le correspondería entonces invocar el derecho de injerencia sin contemplaciones. Veremos.