Los profesionales de RTVE intentan impedir que el PP acabe con la televisión pública

Especial XXIII Aniversario

Los profesionales de RTVE intentan impedir que el PP acabe con la televisión pública

Estudios de RTVE

La lucha de poder entre Soraya Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro condiciona los planes del partido en la Corporación. El nombramiento de José Antonio Sánchez como nuevo presidente de RTVE, en sustitución de Leopoldo González-Echenique, no ha servido precisamente para tranquilizar a la plantilla de la corporación, dispuesta a recibir con movilizaciones y máxima tensión, al nuevo responsable que, según la opinión de algunos sindicalistas, sería el gestor elegido por el PP para «enterrar» definitivamente cualquier posibilidad de que exista una televisión pública de calidad.

Estas mismas fuentes dan por hecho que existe una lucha en el Gobierno y en el PP por el control de RTVE en la que estarían implicadas hasta tres figuras relevantes de esos ámbitos de poder: la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal.

Y, aunque sus intereses personales no coinciden demasiado, si habría un pacto de mínimos entre ellos. Por unos motivos o por otros, los tres parecen dispuestos a condenar al ostracismo a la radio y la televisión públicas. Y, siempre según quienes defienden esta opinión, llevan cerca de tres años desarrollando un plan de liquidación, cuyos resultados son perfectamente visibles.

Desde que el Gobierno nombró presidente a Echenique, tras una pugna inicial entre Santamaría que patrocinaba al ganador y Cospedal, que defendía a otro candidato, la audiencia de RTVE se ha desplomado, la credibilidad de los informativos se ha hundido, la plantilla ha adelgazado y la corporación ha coqueteado con la quiebra, acumulando pérdidas, a pesar de los recortes.

Un perfil, sospechosamente parecido al que presentaba la televisión pública de Valencia antes de ser ‘cerrada’ y peligrosamente similar al que aún ofrece Telemadrid, cuya viabilidad sigue en entredicho, a pesar de los despidos masivos y los recortes aplicados. Al final, o eso creen los sindicalistas, en el PP se prefiere tener ‘televisiones de partido’, completamente irrelevantes, a una verdadera televisión pública plural que pueda servirle de algo a los ciudadanos.

El inicio de las hostilidades

Desde el punto de vista de los representantes de los trabajadores, lo que ha pasado, y lo que aún puede pasar, es el resultado de la suma de los intereses de este trío, aparentemente contrapuestos, al que Rajoy deja operar convencido de que al final, el también sacará beneficio. Aunque, para ser justos, en realidad fue un Gobierno socialista, el de José Luis Rodríguez Zapatero, quien inició las hostilidades.

La decisión de retirar la publicidad de TVE fue el principio del fin. Aunque, es cierto que en esa etapa se respetó la pluralidad informativa, también aumentó la influencia de las productoras privadas y se inició la contratación de trabajadores externos y la marginación de la plantilla de la ´casa’.

Desde los sindicatos consultados por este diario, sin embargo, se coincide al señalar que con el PP en el Gobierno todo ha ido de mal en peor. La vicepresidenta, valedora de Echenique hasta que este se cansó de luchar contra la escasez financiera y dimitió, se estaría preocupando, sobre todo, de que los medios de comunicación privados respeten su imagen. La suya, no la del partido. Por eso se opondría al regreso de la publicidad a TVE. Por lo menos hasta ahora.

Aunque, en la rueda de prensa del primer Consejo de Ministros, tras la llegada de Sánchez a la presidencia, al ser preguntada por esta cuestión se limitó a decir que la viabilidad financiera de la casa era un asunto sobre el que tendría mucho que decir su nuevo responsable. Y, ahora corre el rumor, de que, tal vez, pudiera autorizarse un regreso controlado de la publicidad. Sólo en el ‘prime time’, por ejemplo.

Montoro

Luego está un Cristóbal Montoro que parece obsesionado con partir el espinazo a los trabajadores de la cultura. Entre los que se encuentran como no, los periodistas o presentadores estrella, contra los que inició una dura campaña cuando llegó al poder. Él es quien mantiene cerrado el grifo de la financiación para la tele pública y quien, según se asegura en algunos medios, provocó la dimisión de Echenique al exigirle nuevos recortes a cambio de más dinero, entre los que habría estado incluido un nuevo ERE.

Ahora el ministro de Hacienda niega ese extremo, pero ha sido muy claro con respecto a lo que piensa sobre el futuro de RTVE. Según él, la televisión pública no jugará nunca en la misma división que las privadas. Un mensaje que coincide con las peores pesadillas de los sindicatos de la corporación.

Firmas

Y, por último estaría Cospedal, a quién lo único que verdaderamente le importaría sería mantener controlados los servicios informativos. Un objetivo que ahora compartiría con Rajoy.

A pesar de que, los profesionales del Consejo de Informativos, consideraban que el actual responsable de la información en la ‘casa’, Julio Somoano, había sido uno de los más manipuladores de la historia, no consiguió contentar a la ala dura del PP, la que quiere convertir la televisión pública en una emisora del partido.

Por eso los múltiples rumores sobre la posibilidad de que Sánchez se deshiciera de Somoano y buscara un nuevo jefe para los Servicio Informativos de RTVE se convirtieron en un hecho. El elegido fue un subdirector de La Razón, José Antonio Gudín. Un hombre de confianza de Francisco Marhuenda. De lo más adecuado para el presidente del Gobierno. El nombramiento se produjo poco después de que el Consejo de Informativos consiguiera 1.500 firmas de los trabajadores de la corporación para denunciar la situación límite en la que está la televisión pública y la utilización partidista de y al servicio del Gobierno de los informativos.

Y parecía imposible, pero el nuevo director de Informativos de TVE genera más rechazo entre los periodistas de la cadena pública que su antecesor, el polémico Julio Somoano. Tan sólo el 3,75% de los trabajadores (28 personas) que votaron en el referéndum convocado por el Consejo de Informativos consideraron idóneo a quien fuera el jefe de Opinión de La Razón.

Según los datos aportados por este órgano, el 76,91% de los trabajadores que votaron hace apenas dos semanas, opinó que Gundín no es idóneo para ocupar el cargo mientras que Somoano logró un rechazo del 71% de los encuestados. En aquel momento -julio de 2012- la abstención fue mayor, ya que tan sólo participó el 30% de la plantilla frente al 44,24% que se movilizó ayer. Además, Somoano fue calificado como idóneo por el 8% de la plantilla.

Así que la salida de Echenique y de Somoano no parece haber servido en absoluto para que la paz vuelva a la corporación. Más bien para todo lo contrario.

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