En las inmediaciones de La Moncloa hay bastante malestar por la forma, entre la defensa y la reivindicación, que han elegido los medios afines a Aznar para presentar el caso Bankia, un asunto en que el Gobierno y el PP tienen mucho que perder y poco que ganar, según el entorno de Rajoy.
Pero la idea de esperar a que escampe en silencio, muy propia de la forma de actuar del actual presidente del Gobierno, no cuadra con el carácter del antiguo líder quien prefiere mostrarse belicoso e intentar implicar en el escándalo a otros partidos y organizaciones.
El problema al que se enfrenta el Ejecutivo es que, en definitiva, todos los altos cargos relacionados con la posible mala gestión o las presuntas estafas o cualquier otro delito que pudiera llegar a aparecer fueron designados directamente por el PP.
Más aún. En el caso de Caja Madrid, el responsable anterior a Rato, quien provocó los ‘agujeros’ era Miguel Blesa, un compañero de Aznar. Y, en el caso de Bancaja, las conexiones de José Luis Olivas con el ex presidente, a través de Zaplana, son evidentes.
Por eso en Moncloa hay una gran intranquilidad con los intentos de hacer caer el peso de la responsabilidad sobre el ex gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, o sobre la anterior ministra de Economía, Elena Salgado.
Por una vez, sin embargo, los partidarios de Rajoy están satisfechos, por ahora, con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que ha optado por hacer ‘mutis por el foro’. Un silencio muy poco usual en ella y que, sin embargo, le permite, hasta el momento salir, más o menos, indemne del tumulto.
Otro figura molesta para Rajoy es el ‘parlanchín’ Romero de Tejada. Uno de los antiguos altos cargos populares, por lo común supuestamente muy relacionado con Rodrigo Rato, que habrían estado más activos en el rechazo a los planes de Gorigolzarri.
En este caso el temor se fundamenta en que Romero de Tejada tuvo una relación muy directa con el ‘tamayazo’, una trama en la que presuntamente se produjo la ‘compra’ de dos diputados socialistas de la Asamblea de Madrid para impedir que Rafael Simancas, que iba a ser investido presidentes de la Comunidad de Madrid, llegara al poder.
El sucedido, que permitió a Esperanza Aguirre conseguir finalmente el cargo que aún ostenta, ocurrió en 2003, pero tuvo como uno de sus orígenes, más o menos admitido por la rumorología de la Villa y Corte, la intención de PSOE e IU de modificar el sistema de elección de consejeros en Caja Madrid.
