Los pactos ‘transversales’ del PNV

Los pactos ‘transversales’ del PNV

Andoni Ortuzar, presidente del PNV

Los nacionalistas vascos han sido capaces de pactar con el PP, con el PSOE, con EH Bildu y con IU en los últimos años. El Partido Nacionalista Vasco es el partido más trasversal del panorama político. El glamour que ha adquirido esa palabra – transversalidad – en los últimos tiempos auguraba que ese trofeo recaería sobre alguno de los ‘nuevos’ partidos, pero nada más lejos de la realidad.
 
Ateniéndose al perfil de sus votantes y a las alianzas cimentadas, el PNV ha demostrado que es capaz de moverse y convencer a un lado y otro del espectro político. Desde el Partido Popular a EH Bildu pasando por el PSOE e Izquierda Unida. Como Mahoma y la montaña, el PNV ha acudido a estos partidos del mismo modo que ellos han encontrado a los nacionalistas cuando los han necesitado. Y en todos esos casos no han existido grandes reproches por parte de los votantes.
 
El ejemplo más científico que constata la pluralidad de su electorado es que según el CIS, en una escala del 0 al 10, donde 0 es extrema izquierda y 10 es extrema derecha, el PNV es el partido favorito de todas aquellas personas que oscilan entre el 3 y el 10. Es decir, en el País Vasco al PNV sólo se le escapa la extrema izquierda
 
Estos datos los tienen muy interiorizados los mandatarios peneuvistas, que a lo largo de su carrera han llevado al PNV por diferentes senderos, a priori, contradictorios.
 
PNV y PP, 1996
 
El de mayo de 1996 el Partido Popular se imponía en las elecciones generales con José María Aznarcomo cabeza de lista. Los populares obtuvieron entonces 156 escaños, y tenían en su mano acabar con el poder socialista que gobernaba España desde 1982. Para conseguirlo, Aznar y sus más allegados, como Jaime Mayor Oreja, pusieron toda la carne en el asador y trataron de convencer a los nacionalistas catalanes y vascos de que la popular era la mejor opción.
 
CiU y Coalición Canaria fueron convencidos, pero el PNV se hizo de rogar. Con Xabier Arzallus a la cabeza del partido, los vascos vieron una oportunidad inmejorable para desarrollar el autogobierno y quisieron vender caro su apoyo. Con idas y venidas y con reuniones llevadas a cabo a medianoche, el Partido Nacionalista Vasco acabó dando su apoyo a José María Aznar a cambio de concesiones para el autogobierno vasco, como el cambio de condición del concierto económico vasco, que pasó de ‘revisable’ a ‘indefinido’.
 
Además, consiguieron la devolución a los partidos políticos del patrimonio incautado durante la Dictadura, algunas concesiones penitenciarias y la concesión de la empresa de telecomunicaciones Euskaltel, entre otras cosas.
 
Un acuerdo que incluso a día de hoy se sigue recordando al PNV – “vosotros hicisteis presidente a Aznar” – en sesiones parlamentarias o intervenciones de políticos de otras formaciones, pero que goza con la aprobación de gran parte de la sociedad vasca, que ha interiorizado el discurso rentista del PNV. ‘Si es bueno para Euskadi, suficiente’.
 
PNV, EH Bildu e IU
 
El 12 de septiembre de 1998 el PNV, Herri Batasuna, Izquierda Unida, Eusko Alkartasuna y varias organizaciones suscribían el ‘Pacto de Estella’, una declaración en la que se analizaba la situación de Irlanda del Norte y se trataba de proyectar el proceso de paz allí seguido en el País Vasco. Los nacionalistas intentaron aprovechar el contexto político en el Congreso (con el PP condicionado por el PNV) para acometer el proyecto de autodeterminación, el reconocimiento nacional y el fin de ETA por vías de negociación. De hecho, ETA declaró una tregua indefinida cuatro días después de la firma.
 
El método allí acordado se basaba en la negociación política, en ausencia de violencia, para dar respuesta “a la tradición y aspiraciones de soberanía de las ciudadanas y ciudadanos de Euskal Herria“. 
 
Aquel acuerdo supuso un antes y un después definitivo en la correlación de pactos del Parlamento Vasco. La época de los gobierno de coalición entre PNV y PSOE basados en el espíritu del Pacto de Ajuria Enea quedaban a un lado. El Ejecutivo vasco con Juan José Ibarretxe al frente había emprendido un viaje en busca de la autodeterminación con la izquierda abertzale (con un recién estrenado Arnaldo Otegi) e Izquierda Unida de acompañantes.
 
Los años de gobierno de Ibarretxe se caracterizaron por dos bloques diferenciados: Los denominados ‘constitucionalistas’ y los ‘no constitucionalistas’. Legislaturas que polarizaron a la sociedad vasca. 
 
PNV y PSE
 
Aquella polarización supuso en 2009 un cambio de guion jamás vivido en Euskadi. Por primera vez en la historia, un lehendakari no era del PNV. Patxi López se hacía con las riendas del País Vasco con el apoyo del Partido Popular y de UPYD. Una decisión que nació de un clima parlamentario polarizado.
 
Iñigo Urkullu estrenaba liderazgo en el PNV, y pronto se supo que su modelo de gestión era el de José Antonio Ardanza, no el de Ibarretxe. De hecho, en el libro (Memorias de Euskadi) que escribió la periodista María Antonia Iglesias, Urkullu asegura que “hay días en que debo hacer actos de fe para seguir unido a Ibarretxe”.
 
Ardanza ‘surgió’ en 1986, cuando el PNV de Carlos Garaikoetxea (lehendakari entre 1980 y 1986) se dividió. Las siguientes elecciones dibujaron un Parlamento vasco fragmentado donde el PSE de Txiki Benegas fue quien más escaños obtuvo. Sin embargo, la mayoría nacionalista impidió que accediera a la lehendakaritza.
 
Aun así, en un movimiento estratégico, los socialistas (con Ramón Jáuregui al frente tras la dimisión de Benegas) aceptaron investir al segundo partido, el PNV de Ardanza. De aquella investidura surgió el pacto de Ajuria Enera entre el PSE y el PNV, el que muchos coinciden como el pacto que mejoró al País Vasco.
 
La industria, la Educación, la Sanidad y la convivencia de Euskadi dieron más de un paso adelante a lo largo de este periodo.
 
Tanto ha sido así que la propia Idoia Mendia, consejera durante el gobierno de Patxi López, considera que cuando mejor le ha ido a Euskadi es cuando nacionalistas y no nacionalistas hemos gobernado juntos”.
 
Urkullu y Andoni Ortuzar (presidente del PNV), que si algo tienen es habilidad política, coinciden con Mendia, y saben por convicción y estrategia que su éxito radica en la oscilación. 

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