Mongolia: viviendo en una yurta con nómadas

Mongolia: viviendo en una yurta con nómadas

El mayor atractivo del país es vivir la experiencia de mezclarte con los lugareños y compartir unos días con una familia de la estepa.

En un mundo globalizado y en la época del turismo masivo, donde los destinos son cada vez más parecidos, hay un territorio que se resiste al cambio. Hablamos de Mongolia, el país menos poblado del mundo, que nos deleita con bastas llanuras salpicadas de yurtas y ganado. Uno de los lugares más auténticos que puedes encontrar.

Mongolia nos ofrece su fascinante cultura, hospitalidad, naturaleza en estado puro y una simplicidad que atrapa.

El 30% de la población es nómada y subsisten gracias a los productos que le proporcionan los animales. Su dieta consiste en carne y productos lácteos de elaboración propia. Sin olvidar el té de leche salada («Süütei Tsai»).

Son descendientes de Gengis Kan, el conquistador que dominó gran parte del continente asiático durante el siglo XIII. Sienten orgullo de su pasado, sus tradiciones y la belleza de sus paisajes.

Los habitantes de la estepa son muy hospitalarios y te recibirán en su hogar como si fueras uno más de la familia. Observar la rutina del clan durante tu estancia se vuelve algo hipnótico.

Las yurtas en Mongolia son un símbolo del país, las puedes encontrar incluso en la capital Ulan Bator, rodeadas de rascacielos. Dormir en una de ellas es una parte esencial de la experiencia mongola. Esta vivienda circular, fácil de transportar, fabricada con listones de madera y recubierta de fieltro, ha sido durante siglos el elemento central de la vida nómada.

En la actualidad cuentan con luz eléctrica proporcionada por paneles solares, demostrando que saben conjuntar lo mejor de sus tradiciones y el respeto del entorno.

En el interior del ger (como se denominan en Mongolia), encontramos útiles básicos de cocina y cama así como aparatos modernos como televisión o dvd. En el centro de la yurta se encuentra una estufa que hace las veces de cocina y calefacción.

Los exteriores son el hábitat de los animales. Allí los caballos, yaks, ovejas y cabras pastan a sus anchas alrededor de la vivienda. Un viaje en el tiempo que nos recuerda lo importante que es estar en comunión con la naturaleza.

La comunicación con tus anfitriones es complicada, a no ser que hables mongol. Pero siempre puedes recurrir al ‘lenguaje universal’ de los gestos y la mímica. Si no entiendes algo relájate, se amable y disfruta. No te asustes si entran sin llamar a la puerta porque no es costumbre hacerlo.

Durante las noches en la estepa, el firmamento nos brinda uno de los cielos estrellados más bonitos del mundo. La tranquilidad del entorno y la falta de luz nos permiten disfrutar de una de las sensaciones más fascinantes.

Cabalgar la estepa a lomos de un caballo mongol es la mejor manera de disfrutar el paisaje. Una excursión de varios días por la extensa estepa, cruzar ríos y montes con tu fiel compañero es la mejor terapia contra el estrés del mundo actual.

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