La reforma fiscal de Obama provoca el ‘divorcio’ entre el bótox y la viagra

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La reforma fiscal de Obama provoca el ‘divorcio’ entre el bótox y la viagra

Barack Obama, presidente de los EEUU

Pfizer abandona la fusión con la irlandesa Allergan, un desplante que tendrá que compensar con 400 millones, según figura en su contrato previo de intenciones. La operación que hubiera dado lugar a la mayor farmacéutica global ha quedado en papel mojado. El idilio entre la estadounidense Pfizer, fabricante de la viagra, y la irlandesa Allergan, responsable del bótox, ha llegado a su fin antes incluso de haberse consumado. La reforma fiscal emprendida por Obama está detrás de este divorcio.

Ha sido el consejo de administración de Pfizer el encargado de hacer público el fiasco de la fusión. Una ruptura de negociaciones que desde la cotizada estadounidense se ha atribuido a la reforma del sistema tributario emprendida por el Tesoro del país, y respaldada por la administración presidencial de Barack Obama, para evitar el desvío de impuestos de sus grandes corporaciones.

Esta nueva norma pone trabas a la adquisición de firmas extranjeras por parte de compañías estadounidenses con el objetivo de desplazar luego a terceros países su sede fiscal. Un movimiento que algunas sociedades habían realizado en los últimos años para beneficiarse del sistema tributario más laxo de otras economías, tal y como ocurría con el caso de la regulación vigente en Irlanda, país europeo donde Allergan está radicada.

La frustrada operación habría restado ingresos por 35.000 millones de dólares a las arcas públicas estadounidenses, por lo que se había generado el rechazo de buena parte de la clase política del país, así como comentarios en contra por parte de varias instituciones financieras y de supervisión. Esto se debe a que el grueso de la facturación de Pfizer pasaría a contabilizarse en Irlanda, con un impuesto de sociedades del 12,5% que se queda en un tercio del 35% que hasta ahora afronta en suelo norteamericano.

Ante la suspensión de la operación, la pretendida Allergan recibirá una dote de 400 millones de dólares como compensación. Un desembolso que no ha impedido que Pfizer cerrase la sesión de ayer en Wall Street con ganancias de más del 2%, pues los inversores descuentan que no tendrá ya que llevarse a cabo el pago por el control de la irlandesa, cuya integración hubiera supuesto sin embargo la creación de sinergias como el ahorro en procesos de investigación y el ya referido de tributación fiscal.

En la recta final de su mandado, Obama se apunta una victoria en una cuestión que se había colado con fuerza en la campaña electoral, usado como arma arrojadiza tanto por demócratas como republicanos. Así, el consejero delegado de Pfizer, Ian Read, sufre un nuevo revés en su esfuerzo por buscar un modelo fiscal más favorable para sus negocios, que considera hoy por hoy su principal ventaja competitiva frente a rivales que se benefician de una recaudación pública más moderada.

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