Ménage à Quatre

Tribuna

Ménage à Quatre

Las instituciones y los procesos de gestión del hoy deben ser repensados y redefinidos desde las exigencias de la ética, la apropiada institucionalización, la apertura y la participación efectiva.

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Todo comenzó en El Palito, poblado pobre, pero cluster de servicios comerciales a transeúntes de la costa del Estado Carabobo, en Venezuela. Cuando hace casi veinticinco años decía que podía convertirse en un importante «cluster gastronómico y de otros servicios», con el esbozo de un megaproyecto local en mente y en papel, la reacción fue siempre de desconocimiento, sorpresa o risa.

En los ’90 era aún docente activo y mantenía una excelente relación con las cámaras de empresarios del estado, las cuales manejaban un inteligente modo de relación con sus comunidades y veníamos de la dirección de una exitosa tarea de consultoría, en el país, de la agencia de cooperación técnica del gobierno alemán (la GTZ) en temas de gestión municipal integral. En décadas previas, ya habíamos participado en otros casos virtuosos de desarrollo estatal y regional, en nuestro país y en Europa.

En la primera década del siglo, tuvimos una doble experiencia fallida de acción local en mi municipio natal, Puerto Cabello; pero, en lo profesional habíamos llegado a una muy satisfactoria sistematización de una visión, unas líneas estratégicas y unos proyectos y actividades, provenientes de la interacción de cuatro diversos agentes sociales. Pudimos conceptuar algo de la experiencia de casi cinco décadas y postulamos por vez primera nuestra propuesta del «Ménage à Quatre».

Recuerdo la picardía de la entrevistadora de Televisa, la televisora mexicana, en Colima, México, en la oportunidad de un evento académico, cuando ligó mi pasantía vital en Francia con el concepto. Le riposté diciéndole que si bien el «ménage à trois» es un producto francés, el «de cuatro» es obra venezolana. Es nuestro concepto. Por cierto, los afanes actuales del estado mexicano de Nuevo León en lo que llaman «Manufactura 4.0» se orientan por un concepto organizativo idéntico al expuesto entonces.

Empresarios, ciudadanos, gobiernos y universidades (centros de conocimiento, para generalizar) expresaban conjuntamente -expresan- una combinación de representatividad, roles, voluntades y capacidades de acción organizada, de indiscutible aporte, en términos de apertura, participación y resultados; valores, por cierto, de crucial importancia en la coyuntura global actual.

El no siempre lícito – y, mucho menos, conveniente- avance de los modos de gobierno tradicional y carismático en el tiempo actual obliga, a quienes nos interesamos en la ciencia y las artes del buen gobierno, a proyectar a futuro los tipos de cambio en «la gobernanza» que permitan superar los riesgos, debilidades y amenazas que son observables hoy.

Riesgos, debilidades y amenazas para los gobiernos nacionales; pero, también para temas cruciales de la gobernabilidad global y para el «arte» de lidiar con los procesos cruciales del momento actual: la Sociedad Digital y del Conocimiento, el «complejo de disrupciones», las nuevas realidades económicas, financieras y dinerarias, etc. Lo geopolítico, por ejemplo.

Hemos asumido el reto del desarrollo conceptual, teórico, metodológico y procedimental para mitigar esos problemas con instituciones y procesos de gestión estructurados, basados en la ética, la apertura y la participación, también de modo organizado. Para eso, la «Metáfora ÉPELR» y el «Ménage à Quatre».

No estoy diciendo cualquier cosa. Estoy concretamente postulando que las instituciones y los procesos de gestión del hoy deben ser repensados y redefinidos desde las exigencias de la ética, la apropiada institucionalización, la apertura y la participación efectiva.

La ética y los «stakeholders» -las partes interesadas- adquieren pleno valor. Las rentas y privilegios, las prebendas tradicionales, el caudillo, el clan, la tribu, el mesianismo, el mismo liderazgo, deben superarse por la vía del apropiado desarrollo institucional y el montaje de explícitos procesos de gestión, orientados a valores y con reconocimiento de los intereses de todas las partes, conscientes o no de los preocupantes impactos en juego.

***Santiago J. Guevara G., es economista venezolano, experto en Prospectiva, Estrategia y Gestión. Profesor universitario jubilado. Ejerce la Coordinación Adjunta de la Materia Interescuelas de FACES-UC (Universidad de Carabobo) en «Gerencia y Finanzas de Criptomonedas y Criptoactivos». Es líder promotor del «Grupo de Deontología de la Criptoeconomía», basado en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo e impulsa otras esferas del campo y relacionados

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