Los amigos también se marchan

Cuba

Los amigos también se marchan

Y no por esa ley natural de vida en que a cada uno nos llega un descanso eterno que todavía está por verificar, sino por esa otra ordenanza de permanecer con los suyos estén donde estén.

Cubana de Aviación

Cubana de aviación

Dos o tres años atrás, tal vez algo más, bajo unos buenos o malos rones acompañados de la música llamada de la década prodigiosa, ninguno de nosotros ideaba abandonar Cuba.

Pensábamos entonces que mal o bien, aquí lo teníamos todo o casi todo; que no seríamos carga de nadie; que quién nos daría trabajo con edad tan avanzada; que de partir hacia Miami, donde con un trabajo no es suficiente, iríamos de cabeza a un “home” con otros viejos  “cagalitrosos” y que esto que hacíamos aquí a cada rato con una pierna de cerdo asada, allá ocurriría una vez al año y con hamburguesas.

La vida, con sus circunstancias acompañantes, ha demostrado otra cosa. Por vía legal en mayoría, estamos despidiendo a aquellos que nos han acompañado desde la niñez o adolescencia en una suerte de reunión festiva y luctuosa al mismo tiempo, en un ejercicio sumamente complicado de combinar la alegría con la tristeza.

Así estamos. Ahora sin el electricista, el plomero o fontanero, el reparador del ordenador, el herrero, la hábil y diestra costurera y hasta padeciendo de esa ausencia de uno que, como en tiempos mozos, se subía a la azotea y cambiaba una antena.

Este domingo volveremos a reunirnos los que quedamos. Vaya usted a saber de qué hablaremos con menos rones y la música de siempre los que seguimos apostando a mejores tiempos.

Más información