Lo que el Rey no vio en el Metro de Madrid

Metro de Madrid

Lo que el Rey no vio en el Metro de Madrid

Amianto, falta de maquinistas y nula conciliación laboral.

Rey Felipe VI en el Metro de Madrid

El Rey Felipe VI visitó este miércoles la Línea 1 del Metro de Madrid con motivo del centenario del suburbano. El monarca repitió el mismo viaje que hizo su bisabuelo el Rey Alfonso XIII hace 99 años cuando inauguró el metro. Subido a un tren de la Línea 1, Felipe VI recorrió el trayecto que une la estación de Sol de la de Chamartín. Un viaje feliz y nostálgico donde, sin embargo, no pudo ver el estado natural del suburbano madrileño.

El Metro de Madrid goza de las virtudes habituales que caracterizan a este medio de transporte y de los defectos – no tan habituales – provocados por una cuestionable gestión política que ha derivado, hasta la fecha, en dos trabajadores muertos por culpa del amianto, varios enfermos por el mismo motivo y aglomeraciones de los usuarios en hora punta.

El viaje en tren del Rey Felipe VI, afortunadamente, estuvo libre de estos pecados. No así la jornada laboral de Metro de Madrid, que se saldó con la retirada de cuatro vagones de la Línea 1, la misma que utilizó el monarca, por la presencia de amianto, según adelantó la web de RTVE.

Este nuevo descubrimiento eleva a más de cien la cantidad de vagones en donde se ha detectado la presencia de amianto, bien en la pintura como en los materiales empleados para su construcción.

El amianto – también conocido como absesto – es un material aislante que durante décadas se ha utilizado para la construcción de diferentes infraestructuras, desde tejados y paredes a escaleras mecánicas y vagones de tren. Este mineral de bajo coste está compuesto por fibras largas y resistentes que conceden flexibilidad a los materiales.

Las autoridades sanitarias demostraron a finales del siglo XX que las fibras de asbesto (amianto) son altamente cancerígenas y, a raíz de ello, la mayoría de países desarrollados decidieron prohibir su utilización a partir de 2003.

Una de cada tres estaciones del metro de Madrid en ese año tenía partículas procedentes del amianto en el aire. Una grave amenaza silenciosa para la salud de trabajadores y usuarios que el Gobierno regional de Alberto Ruíz Gallardón conoció y que decidió ‘sepultar’ bajo la alfombra, como adelantó en su momento Madridiario.es.

El resultado, dos fallecidos, cuatro enfermos y varios casos de asbestosis, una enfermedad rara causada por las fibras de asbesto (amianto), entre los trabajadores de Metro de Madrid.

En esa lista no entran dos antiguos trabajadores que fallecieron también víctimas de cánceres de pulmón, ya que no se pudieron detectar las fibras procedentes del amianto dentro de sus pulmones.

La empresa pública asegura que destinará cerca de 140 millones de euros a retirar el amianto de 53 de las 301 estaciones. Un proceso que finalizará, a priori, en 2025.

Las probabilidades de no tener que retirar vagones de la red del suburbano por la presencia de esta sustancia peligrosa en ese tiempo ni siquiera se contemplan. La falta de vagones provoca, a su vez, la imposibilidad de revisar el estado de los trenes operativos por falta de sustitutos.

“Aguantan muchos trenes a los que no se les hace mantenimiento porque no hay tren que los sustituya mientras están siendo revisados. Por eso en muchos trenes ha dejado de funcionar el aire acondicionado”, denunció en EL BOLETÍN Juan Antonio Ortiz, portavoz del sindicato de Maquinistas del Metro de Madrid.

Este hecho, unido a la falta de maquinistas, está detrás de las aglomeraciones de usuarios que sufre habitualmente el suburbano madrileño. En estos momentos hay 1.730 y se necesitan otros 650 para cubrir las necesidades del metro y de los usuarios.

“Se han trasladado a otros departamentos de Metro Madrid a través de promociones internas. Nadie quiere ser maquinista, la nómina de un maquinista es igual que la de un administrativo o alguien que trabaja en taquillas”, lamenta el portavoz del Sindicato de Maquinistas de Metro Madrid, quien apenas puede conciliar el trabajo con su vida privada.

El Sindicato de Maquinistas quiso entregarle una camiseta al Rey Felipe VI con la voluntad de “remover conciencias sobre el amianto”. Sin embargo, la seguridad que acompañó al monarca impidió la entrega.

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