La UE necesita multiplicar por 15 los puntos de recarga para 2030

Agenda 2030

La UE necesita multiplicar por 15 los puntos de recarga para 2030

La expansión de la infraestructura de recarga requerirá una inversión de 20.000 millones en once años.

Vehículos eléctricos cargando

La Unión Europea (UE) necesita contar con 44 millones de vehículos eléctricos en circulación y multiplicar por 15 los puntos de recarga para el año 2030 si quiere alcanzar la neutralidad climática para 2050, según un estudio elaborado por Transport & Environment (T&E). La organización indica que en la actualidad existen 185.000 puntos de recarga públicos en el territorio comunitario, «que son suficientes para satisfacer la flota actual pero no para el crecimiento del mercado previsto desde 2020», por lo que señala que habría que contar con cerca de 3 millones de postes de recarga para 2030 y 1,3 millones para 2025.

El informe apunta que la inversión necesaria para apoyar la expansión de la red de recarga en Europa se situará en 20.000 millones de euros en los próximos once años, lo que supone unos 1.800 millones de euros al año, tanto desde el ámbito público como el privado.

T&E destaca que esta inversión de 1.800 millones de euros anuales en infraestructura de recarga en los próximos once años representa solo el 3% del gasto actual de la UE en carreteras. Además, subraya que esto supone una oportunidad de negocio tanto para las empresas como para los gobiernos.

La ONG explica que se deberán priorizar los hogares y los centros de trabajo para la instalación de postes de recarga, mientras que entre el 20% y el 30% de la red de recarga de vehículos eléctricos deberá situarse en zonas con menor densidad de población.

El analista de movilidad eléctrica de Transport & Environment, Lucien Mathiew, asegura que el ‘Green Deal’ europeo para el transporte será una realidad únicamente con una infraestructura de cero emisiones.

«Esto significa poner dinero para la puesta en marcha de puntos de recarga públicos, especialmente en los hogares y en los centros de trabajo y no en fabricar más gasoductos de combustibles fósiles», apunta Mathiew.

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