La presión migratoria endurece la posición de la UE en las fronteras

Consejo Europeo: Ucrania, economía y migración

La presión migratoria endurece la posición de la UE en las fronteras

Los países con gobiernos más a la derecha consiguen que Bruselas ensaye fórmulas que impidan el paso a los emigrantes en las fronteras del este.

Banderas de la UE junto a la Comisión Europea POLITICA INTERNACIONAL ZHANG CHENG / XINHUA NEWS / CONTACTOPHOTO

El Consejo Europeo de esta semana abordó tres asuntos de máxima actualidad: la guerra de Ucrania, con la visita presencial del presidente Zelenski en Bruselas; la presión migratoria y la competitividad económica ante el creciente proteccionismo internacional.

La presencia de Volodimir Zelenski ha acentuado el apoyo de la Unión Europea (UE) a Ucrania. El presidente asistió emocionado a un pleno del Parlamento Europeo y después se reunió con los 27 líderes en el Consejo que se celebraba al mismo tiempo en Bruselas. Ha venido a reclamar más ayuda militar, pero las diferencias entre los dirigentes persisten entre quienes, como la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, defienden la entrega de aviones de combate y quienes creen que hay que ser cautelosos para no irritar más a Moscú y generalizar el conflicto, caso, por ejemplo, de Alemania o Francia.

FLUJOS MIGRATORIOS Y MUROS

La presión migratoria sigue aumentando en Europa. Ahora se ha desplazado más al este, pero está lejos de ser controlada. Los presidentes y primeros ministros analizaron el jueves en la larga reunión del Consejo la situación y aceptaron soluciones comunes para reforzar las fronteras sobre todo de Bulgaria y Grecia con Turquía. Las diferencias sobre la solución idónea para este asunto han vuelto al primer plano y cada vez está más claro que se trata de algo “extremadamente ideologizado” en opinión de una fuente diplomática española.

La Comisión lleva dos años pendiente de cerrar un acuerdo global sobre el Pacto de Migración sin resultado positivo hasta ahora. Las diferencias entre los 27 lo impiden. Pero este jueves se han dado algunos pasos para aunar criterios. Por ejemplo, se ha acordado financiar “dos proyectos” en esas fronteras del este, donde la presión migratoria es mayor ahora, para poner en marcha “un paquete integrado de infraestructura móvil e inmóvil”. Austria y otros siete países vienen reclamando insistentemente apoyo comunitario para un muro fronteriza que impida el paso entre Turquía y Europa. No lo han logrado directamente, pero esas ayudas se parecen mucho a un apoyo para cerrar el espacio comunitario.

Parece claro que la Comisión recela de ese tipo de soluciones y su presidenta, Ursula von der Leyen, evita apoyar infraestructuras de ese tipo, pero el presidente del Consejo, Charles Michel, cada vez está más cercano a las posturas de los países duros. Por eso se ha encontrado esa fórmula intermedia de apoyo colectivo a un control más exhaustivo de esas fronteras, solución que no gusta a los gobiernos, como el de España, que son más partidarios de ayudar a los países en los que se originan las crisis migratorias.

El Consejo también ha comprobado que la política de retorno es un fracaso. A los países europeos les resulta muy difícil devolver a su origen a los emigrantes que no consiguen regularizar su situación dentro de la Unión. Por ello se van a aplicar medidas más restrictivas con los estados que se niegan a acoger a los retornados.

Pese a esos tímidos avances logrados en la reunión del jueves las diferencias anuncian dificultades para cerrar un acuerdo global sobre el sistema de acogida. Suecia que preside este semestre la UE cuenta con un gobierno conservador apoyado por la extrema derecha que defiende más contundencia contra las migraciones. España, que la sustituirá al frente de la UE en el segundo semestre de este año, mantiene una actitud alejada de esas posiciones y más cercana a quienes creen que los flujos migratorios deben favorecer la lucha contra el envejecimiento de la población europea. Se necesitan trabajadores y profesionales en muchas áreas económicas de la UE que no se encuentran actualmente entre los residentes, pese a las cifras de desempleados. Combinar ambas visiones y encontrar soluciones comunes será el reto de los próximos años.

LA ECONOMÍA

Desde hace meses en Bruselas existe una preocupación creciente por las medidas de proteccionismo económico a las empresas de China -que viene de lejos- y ahora de Estados Unidos (EEUU) con la denominada Ley de Reducción de la Inflación propuesta por la administración Biden. La UE se plantea buscar soluciones para evitar la deslocalización de empresas que busquen refugio en lugares donde reciban subvenciones directas.

Pero el problema es que si se abre la mano con las ayudas corre riesgo el mercado único, que lleva treinta años de funcionamiento, por la desigualdad que se generaría. Es decir que muchos países temen que la capacidad de Alemania o Francia para ayudar a sus empresas podría desequilibrar la competencia dentro de la UE. Y esa es la clave de la discusión.

Hay acuerdo en que podrá facilitarse la vida a las compañías y de hecho desde la pandemia se han autorizado las ayudas de estado, pero hay que concretar la fórmula para evitar conflictos. Según los últimos datos de los más de 650.000 millones de euros en ayudas de estado que la Comisión Europea ha autorizado desde 2020, el 77% han sido de Alemania o Francia. Eso ya da idea de cómo sería en caso de abrir la mano definitivamente. Hay otro dato interesante y es la referencia de las ayudas con respecto al PIB y ahí Dinamarca y Finlandia se han llevado la palma con el 6,75% y 6,5% por detrás del 10% de Alemania y  por delante de Francia con el 6,14%. España es los países que menos ha ayudado directamente a sus sociedades con solo el 0,77% de su PIB de 2022.

¿Qué han acordado los líderes al respecto? Unas líneas generales en las que defienden justamente que la ayudas no supongan un desequilibrio entre países pero que dejan claro que habrá soluciones para evitar la competencia internacional: “La UE reforzará su soberanía estratégica y adaptará su base económica, industrial y tecnológica a las transiciones ecológica y digital. Profundizará el mercado único y garantizará la igualdad de condiciones tanto a nivel interno como mundial”.

Pero las decisiones de fondo como articular fórmulas para evitar una competencia desleal entre países quedan para más adelante. Seguirán hablando en próximos Consejos. Pero han fijado que hay que trabajar con urgencia en la política de ayudas estatales para “simplificar, agilizar y hacer más predecibles los procedimientos y permitir el despliegue rápido de ayudas específicas, temporales y proporcionadas en los sectores estratégicos que se ven perjudicados por las subvenciones extranjeras o los elevados precios de la energía”. También debería prestarse especial atención a preservar la competitividad de las PYMEs manteniendo la integridad y la igualdad de condiciones en el mercado único.

El Consejo también apoya una mejora de las cualificaciones profesionales para las transiciones ecológica y digital a través de la formación y del reciclaje para hacer frente a la escasez de mano de obra en determinados sectores y ante el creciente envejecimiento de la población.

Respecto a las ayudas a la inversión se espera que la Comisión proponga un Fondo Europeo de Soberanía antes del verano de 2023 para apoyar a sectores estratégicos. Y finalmente se pide el aceleramiento de la aplicación del Plan de Acción de la Unión de los Mercados de Capitales.

La UE peleará por el libre comercio como viene haciendo desde su creación pero ahora se enfrenta a nuevos desafíos después décadas de globalización. Ahora vuelve el proteccionismo enmascarado tras la pandemia, los costes de la energía y la guerra de Ucrania. Y en Bruselas buscan soluciones para ello.

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