La historia de los pioneros belgas de la industrialización española

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La historia de los pioneros belgas de la industrialización española

La Asturiana Valey portada

La Asturiana de Caroline Lamarche

Hoy se presenta en Asturias la edición en español de “La Asturiana”, el relato de una epopeya  que se remonta hasta el siglo XIX y que fue el inicio de la industrialización española. La autora, Caroline Lamarche, es el último eslabón de una familia belga que prosperó rápidamente con el carbón y el zinc y convirtieron a su empresa, la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM), en la primera gran multinacional española. 

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El embajador de España en Bélgica, Alberto Antón, y la autora, Caroline Lamarche

La autora descubrió a la muerte de su padre, Freddy Lamarche, ingeniero de la empresa y yerno del último presidente belga de la misma, Paul Laloux, un cuidado archivo familiar donde se detallaba la fabulosa aventura de unos emprendedores de Lieja en las lejanas tierras del norte de España. Caroline, que ostenta un Goncourt de relatos, es una reputada autora francófona, pero nunca había prestado atención al legado industrial de sus antepasados. Hasta que tropezó con aquellos legajos que daban idea de un gran poderío hoy desdibujado totalmente. 

La misma familia de Lieja explotó la primera mina en Asturias y fundó la empresa de zinc que sigue activa 

La Real Compañía Asturiana de Minas, ahora Asturiana de Zinc (AZSA) propiedad del grupo suizo Glencore,  es una de las grandes empresas mundiales de producción de zinc. Inició su actividad en Arnao (Castrillón), en Asturias, en 1851 por impulso de aquellos belgas emprendedores que tenían los conocimientos, la técnica y el capital del que carecían los españoles de entonces.  Crearon una empresa próspera, con sedes sociales en la plaza de España en Madrid y cerca del Arco del Triunfo en Paris, y actividades mineras e industriales repartidas por todo el mundo.  

La Asturiana Valey

Todo comenzó en 1831 cuando un joven ingeniero de minas de Lieja, Adolphe Lesoinne, vino a España a petición de los liberales que habían huido de Fernando VII, para  explorar el posible desarrollo de una actividad industrial de la que nuestro país carecía, y de la que Inglaterra y Bélgica eran los mejores exponentes en Europa. Lesoinne apuesta por explotar la mina de carbón Arnao –hoy convertida en un museo-, pese a las dificultades que representa abrir galerías bajo el mar, pero muere joven y sin descendencia. Es su sobrino Jules Hauzeur, quien recoge el testigo y el que con aquel carbón y la blenda de la mina de Reocín (Cantabria) decide poner en marcha una fábrica de zinc en el mismo Arnao. 

Hazeur acierta plenamente porque el zinc es un metal muy utilizado a finales del XIX –muchos edificios de París de esa época cubren sus tejados con ese material- y abre una nueva planta en Auby, en el norte de Francia. Él es el gran impulsor, según relata su descendiente, de una empresa poderosa y muy paternalista. Fallece a principios del siglo XX y su hijo y heredero, Louis Hazeur, convierte a la firma en una multinacional desde Madrid y Paris. 

La escritora Caroline Lamarche descubre en el libro “La Asturiana” la actividad empresarial de su familia durante siglo y medio

Desde siempre los Hazeur se codean con la familia real –Isabel II y Alfonso XII visitan la mina y la fábrica de zinc de Arnao- pero es Louis quien traba una gran amistad con Alfonso XIII y decide construir un chalet en Aliva, en plenos Picos de Europa, cerca de una explotación minera de la empresa, para disfrute del monarca que le gustaba cazar en tan señalado territorio. Por ese chalet pasaron también Franco y muy especialmente Juan Carlos I. 

Luis Hazeur muere a principios de los años 50 sin hijos y hereda un sobrino, profesor de Derecho en Lieja, Paul Laloux, abuelo de Caroline, poco interesado en la industria y quien verá como la sociedad se le escapa de las manos. Industriales españoles impulsados por Banesto, por la legislación franquista y por el director general de la empresa, Juan Sitges –padre de uno de los mejores amigos del futuro Rey de España, Francisco Javier Sitges, el que le reparaba en San Juan de Nieva el yate Fortuna-, fundan Asturiana de Zinc (AZSA) con métodos más modernos de explotación, una nueva planta a pocos kilómetros de la vieja lo que da lugar a que en los años 60 comience el declive de la RCAM. De hecho en 1980 es adquirida por una peseta por AZSA y termina el episodio de los belgas en España.  

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La autora, Caroline Lamarche / Fotos: MB

Todo  el relato de Caroline está repleto de detalles de ese enorme poderío empresarial belga en nuestro país, salpicado por algunos conflictos laborales, decisiones de calado durante las guerras y una relación estrecha entre Lieja, Asturias y Cantabria. El libro se publicó en original en francés en 2021 y fue un éxito literario en Bélgica y Francia. Es un relato muy bien engarzado en el que la autora va desvelando la rica historia familiar sin dejar de poner de relieve su responsabilidad en los conflictos de todo tipo. 

La autora descubrió además que la empresa mantenía en Arnao un enorme y muy bien conservado archivo empresarial e industrial bajo el control de Alfonso García Rodríguez que se convirtió en uno de los personajes principales del relato “porque era como de la familia”. Se sabía todo de los Lesoinne, Hazeur y Laloux. Y es un lugar de encuentro para los historiadores de la industria española. 

Ahora el libro ha sido traducido al español por Silvia Moreno y la asturiana KRK acaba de editarlo de manera cuidadosa con todos los gráficos y fotografías de la familia aportados por Caroline, quien vivió los primeros años de su vida en Torrelavega, donde su padre era director de la mina de Reocín, y después en la sede central de la compañía en París, en un edificio que hoy es un hotel de cinco estrellas. Luego tuvo una larga carrera como profesora y escritora de relatos. 

El libro se presenta hoy martes en Castrillón, mañana en Gijón y el jueves en Oviedo. El embajador de España en Bélgica, Alberto Antón, que recibió hace unos días un ejemplar de la edición en castellano de manos de la autora destacó “la intensa y fructífera relación industrial entre Bélgica y España que es de ida y vuelta”. De hecho el delegado general de la Federación Wallonie-Bruselas en España, Maxime Couvreur, asistirá a los actos en Asturias porque la institución ha subvencionado la edición española. 

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