Lo veo llegar. Juro por esta, y hago una cruz con los dedos para llevarla lentamente a la comisura de los labios, que será lo mismo con lo mismo, en réplica corregida y aumentada.
Lo de la Buena Pipa ya es habitual en cada habitante de este archipiélago así sea el escalón que ocupe en la sociedad. Me atrevería a manifestar que se nos está convirtiendo en una filosofía de vida al igual que con el deprimido béisbol, con 80 ó 100 fanáticos en estadios con capacidad para más de 15, 000 personas por no hablar del Latinoamericano, que ya ha engullido en otros tiempos de gloria nada menos que 50,000 gentes gritando hacia el terreno.
Sólo es cuestión de tiempo. En cuanto maduren, volveremos a escuchar el famoso cuento. Mientras tanto, a seguir importando peras o manzanas en almíbar cuando lo que necesitamos son, por único ejemplo, esas finas jeringuillas para diabéticos.