La sombra de Islandia sobrevuela Bruselas

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La sombra de Islandia sobrevuela Bruselas

Hace poco menos de un año, Islandia cubrió a la Vieja Europa de cenizas procedentes del volcán Eyjafjalla. El continente se encontró virtualmente paralizado a falta de tráfico aéreo y las pérdidas para las aerolíneas y cualquier derivado que dependiese de ellas fueron severas. A falta de dos semanas para que se cumpla el primer aniversario de esta erupción, la isla del Atlántico septentrional vuelve a estar presente en el corazón de la región. Esta vez de forma muy distinta, aunque las consecuencias pueden ser aún peores.

La conexión entre la capital islandesa, Reikiavik, y el epicentro de la zona del euro y de la Unión Europea (UE), Bruselas, pasa esta vez por Dublín. El recién elegido primer ministro de Irlanda, Enda Kenny, pretende terminar con la crisis bancaria, que no deja en paz a sus bancos, de una vez por todas. Para ello ha propuesto que los tenedores privados de deuda asuman parte de los costes del saneamiento. En otras palabras: que afronten una reestructuración de la deuda de estas entidades financieras que tras haber recibido ayudas del BCE por un equivalente al 115% del PIB del país (cifrado en 122.500 millones de euros), aún van a requerir entre 18.000 y 35.000 millones de euros adicionales en las próximas semanas, según diversas estimaciones.

De lograr llevar a cabo esta iniciativa, Irlanda se asemejará a Islandia. Este pequeño país sufrió en 2008 la quiebra de sus tres bancos más importantes, generando así una caída en la Bolsa nacional del 70% y perjudicando gravemente a la deuda del país. La mayoría de los tenedores de deuda de estas entidades eran otras instituciones europeas, principalmente danesas y británicas. El Gobierno islandés de aquel momento recibió ayudas del FMI para afrontar los pagos, pero la ciudadanía del país logró que se convocasen elecciones que conllevaron un nuevo Gobierno, una nueva Constitución y la determinación de no pagar ninguna deuda contraída por estos bancos.

Es poco probable que Kenny pretenda llegar tan lejos, pero los paralelismos entre ambas islas son evidentes. De momento, Irlanda ya ha endurecido su postura (con la propuesta para los tenedores privados arriba mencionada, entre otras) tras cambiar de Gobierno tres meses después de recibir la ayuda internacional. La diferencia entre Reikiavik y Dublín es que la segunda pertenece a la UE y a la zona del euro, y por lo tanto sus acciones podrían generar un efecto dominó -alentando reestructuraciones de deuda en otros países de la región- que en Bruselas temen y esperan evitar.

Este es el principal motivo, dicen en los mercados, por el que Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, estudia sustituir la actual línea de Asistencia de Liquidez de Emergencia (ELA, por sus siglas en inglés), que presta de forma inmediata liquidez a los bancos de la zona que la necesiten, por un mecanismo para gestionar la trayectoria de los bancos en proceso de reestructuración que se aplicaría, en primer lugar, en Irlanda. De este modo, el regulador paneuropeo asumiría las competencias de los reguladores nacionales -en este caso, del Banco de Irlanda- y pasaría a gestionar directamente el saneamiento de las instituciones financieras pertinentes.

Con este movimiento, Bruselas acogería las responsabilidades financieras de Dublín en este asunto y, por lo tanto, restaría poder de decisión a Kenny. El temor que han expresado algunos expertos es que, de salirse con la suya el primer ministro irlandés, podría sentarse un precedente nefasto si otros gobiernos, como el griego, el portugués o, sobre todo, el español deciden seguir ese camino (España acoge a tenedores privados que mantienen 710.000 millones de euros en la economía del país).

Daniel Gros, presidente del think tank Centre for European Policy Studies, aseguró a EL BOLETÍN que antes de adoptar este movimiento “el BCE va a poner por delante los préstamos que hasta ahora ha otorgado a la banca irlandesa, bajo unas buenas condiciones, para que el Gobierno del país no proponga medidas que afecten a los tenedores de bonos privados”. Sin embargo, de adoptar finalmente esta sustitución de la ELA, Kenny estaría en clara desventaja frente a Bruselas, según ha opinado Ryan McGrath, un broker que opera con deuda soberana desde Dolmen Securities, una firma de Dublín.

De todos modos, no se espera ningún movimiento hasta este jueves. Será entonces cuando se conozcan los resultados de las pruebas de solvencia realizadas a la banca irlandesa. Buena parte de los expertos opinan que las entidades del país requieren aún 35.000 millones de euros más en ayudas, aunque fuentes del BCE citadas por medios especializados apuntaban ayer a unas necesidades financieras que no excederían de los 23.000 millones de euros.

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