Cómo detectar ciberacosos

Ciberacoso

Cómo detectar ciberacosos

Es recomendable que los adultos inviertan tiempo en explicar a los menores los riesgos de las redes sociales

Ciberacoso

El ciberacoso es un fenómeno cada vez más extendido, especialmente entre la juventud. El uso indiscriminado de herramientas digitales y redes sociales ha hecho que la acción de esta vieja lacra se traslade al escenario digital.

El ciberacoso es un fenómeno cada vez más extendido, especialmente entre la juventud. El uso indiscriminado de herramientas digitales y redes sociales ha hecho que la acción de esta vieja lacra se traslade al escenario digital.

Y una de las cosas más graves de todas es que, en un mundo tan hiperconectado, el ciberacoso puede darse en cualquier momento, en cualquier lugar. Sin posibilidad de respiro para la víctima.

Esto hace que el ciberacoso se haya convertido en un problema muy importante que puede llegar a tener consecuencias graves para la salud emocional y física de quienes lo sufren.

Saber identificar los patrones que apuntan hacia este tipo de comportamientos en nuestros hijos o en las personas que nos rodean (porque el ciberacoso también puede estar sufriéndolo un amigo o un compañero de trabajo), es muy importante para poder actuar a tiempo y evitar que sus efectos pasen a mayores.

Es recomendable que los adultos inviertan tiempo en explicar a los menores los riesgos de las redes sociales, no para desvincularlos de las actividades de los otros menores, sino para enseñarles hábitos de seguridad como los que muestran los expertos, por ejemplo este artículo de ExpressVPN.

Sin duda las consecuencias del ciberacoso se hacen notar incluso en sus primeras fases. Puede que comiencen a manifestarse de forma tímida, pero con el tiempo se irán haciendo progresivamente más identificables.

Lo primero que cambiará es la actitud de la víctima, que podrá pasar de ser una persona jovial y risueña, enfocada y concentrada en sus intereses, a una persona apática o incluso triste, sin iniciativa y falta de ganas. Además, pueden empezar a hacerse comunes los cambios de humor y hacerse más y más frecuentes las alteraciones del estado de ánimo.

Se podrá percibir una especie de tensión o ansiedad subyacente que hará que la víctima se muestre especialmente cavilativa, pensativa y distraída. Todo ello puede manifestarse en una cierta indiferencia hacia las cosas, aunque también pueden mostrarse momentos puntuales de frustración o incluso de ira.

A nivel de hábitos, las víctimas de ciberacoso suelen tender hacia la evitación y hacia el encerrarse en sí mismas. Ya no querrán realizar muchas de las actividades que antes les gustaban (ya fuese deporte, actividades extraescolares, u otras disciplinas). Mostrarán una reticencia cada vez mayor a la hora de ir a clase, y se irán aislando poco a poco de sus amigos, tendiendo a buscar estar más cerca de profesores o personal docente que de sus propios compañeros.

También mostrarán una actitud ansiosa a la hora de interactuar con sus dispositivos móviles y sus ordenadores, y estarán más y más pendientes de la actividad que tiene lugar en las pantallas que de lo que ocurre en el mundo real. Esto es porque tendrán una necesidad constante de comprobar los movimientos del ciberacosador.

Uno de los principales problemas de esta realidad es que las víctimas están muy identificadas con su imagen digital, por lo que cualquier comentario o actitud negativa que afecte a alguna de sus publicaciones o que reciban por esa vía será magnificada. De modo que otra manera de identificar las consecuencias del ciberacoso es precisamente detectar esa identificación de la persona con su personaje digital.

Si alguien muestra un interés continuo por lo que ocurre en sus perfiles, estaremos ante un caldo de cultivo apropiado para que esa persona sufra si lo que ocurre en su cuenta de la red social de turno no es acorde con la imagen que esa persona quiere mostrar. 

Otra de las maneras de ver si una persona está sufriendo acoso es fijarse en cómo ha cambiado nuestra relación con ella. Si se muestra más distante, reactiva y susceptible a pequeñas bromas, a actitudes ligeras o a planes en los que antes disfrutaba, esto pueden ser señales que den la voz de alarma.

El ciberacoso puede identificarse incluso a través de cambios de carácter físico; desde malestar intestinal, vómitos y diarreas, cansancio y dolor de cabeza, a cambios posturales en los que la persona comienza en agachar la cabeza, evitar la mirada directa a los ojos, o encorvar los hombros, etc.

Todos ellos son factores que nos ayudarán a identificar este tipo de conductas nocivas. Una vez identificadas, crear un entorno de comunicación seguro para la víctima para que pueda abrirse con respecto a un tema que le genera tanta inquietud y sufrimiento, será un paso esencial para comenzar a poner solución al problema.

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