Señor líder del partido laborista británico, siempre hay un resquicio legal para que el Parlamento desautorice a la primera ministra, Theresa May, sin precipitar la convocatoria de elecciones considerada inconveniente.
Mientras, su acusación más dura en la sesión de los Comunes fue decirle a la líder Tory que ha retrasado cínicamente el reloj para conducir a que haya de elegirse entre dos soluciones igual de inaceptables: su acuerdo negociado en Bruselas o ningún acuerdo. Inflar el perro o el Brexit genera la obligación de seguir soplando sin cesar y de modo indefinido. Veremos.