Señor presidente dudoso de la Generalitat, vicario en la plaza de Sant Jaume del prófugo de Waterloo, gravedad máxima la de sus mentiras manifiestas en momentos de calamidad pública, difundidas a través de las antenas propias y de otras adyacentes, ajenas todas al deber elemental de verificar y depurar de toxinas letales los mensajes dirigidos a la población para inyectarla de odio supremacista, como si su administración fuera un antídoto liberador del coronavirus, cuyo contagio amenaza sin hacer acepción de personas entre nativos, autóctonos o charnegos.
¿Nada que decir, Pablo Manuel?