El mandatario francés enfrenta la posibilidad de perder su mayoría parlamentaria a menos de un mes de las elecciones europeas tras el anuncio de nuevos un programa de recortes. El nuevo primer ministro de Francia, Manuel Valls, ha decidido arramplar con todo. No se sabe muy bien si por principios, por convencimiento pragmático o porque no sabe hacia dónde demonios tirar del carro, el hombre de confianza de François Hollande ha anunciado recortes por valor de 50.000 millones de euros resquebrajando, en el proceso, al Partido Socialista francés a un mes de las elecciones europeas.
Mi jefe tiene la impresión de que, a la hora de elaborar un análisis en profundidad sobre lo sucedido, faltan datos. Sin embargo, explica, todo parece indicar que Hollande no se ha caído del caballo, como cuando San Pablo vio la luz en el camino de Damasco, ni nada por el estilo. Por el contrario, es evidente que estos recortes los tolera con bastante disgusto y ante la imposibilidad de combatir a un sistema financiera que ha destrozado su imagen de paladín contra la austeridad.
La pregunta que cabe hacerse ahora es cómo va a reaccionar Francia, el país más republicano del Viejo Continente, ante esta intromisión de los mercados en la política nacional. Mi jefe señala, al respecto, que Francia no es Alemania y que no todos los conceptos son iguales a ambas orillas del Rin.
