Rubalcaba, la SGAE y los Goya

Detrás de la cortina

Rubalcaba, la SGAE y los Goya

El desmantelamiento de los mecanismos de protección de los derechos de autor ha sido una decisión política. ¿quizá compartida por PP y PSOE? La SGAE vuelve a estar en crisis y hay serias posibilidades de que su presidente actual, José Luis Acosta no supere la Asamblea del próximo mes de junio. De ser así, Acosta, quien, por cierto, no obtuvo su cargo tras unas elecciones en las que participaran todos los socios con derecho a voto, habría durado sólo un año en el cargo. Lo mismo que le pasó a Antón Reixa su antecesor.

Uno y otro han sido, hasta ahora, las cabezas visibles de la sociedad de gestión tras la polémica salida de Teddy Bautista de la institución en julio de 2011, sólo un día después de que la candidatura que le apoyaba volviera a ganar los comicios. Los mandatos de Reixa y Acosta han estado marcados por las polémicas relacionadas con contratos dudosos, la posible corrupción consentida y, este sí es un hecho objetivo, la espectacular caída de la recaudación.

La detención de Teddy Bautista sigue condicionando, como no podía ser de otra forma, el presente de la SGAE, quizá porque hay demasiados puntos oscuros sin aclarar en el pasado reciente. Otro hecho objetivo es que dos años después de aquella redada de película que convirtió al Palacio de Longoria, sede de la institución, en la localización elegida por todas las televisiones para abrir sus informativos, el juez Pablo Ruz aún no ha podido demostrar delito alguno ni abrir una pieza separada para investigar un presunto fraude electoral.

A falta de saber si Ruz sienta en el banquillo a Bautista y su equipo o finalmente archiva el caso, la revisión de los hechos ocurridos tras la defenestración del teclista canario da lugar a algunas teorías formuladas sin prueba alguna y poco creíbles, pero que circulan por los ambientes de los creadores sin que hayan sido rebatidas por nadie. Y, además, sí es cierto que el origen de esos relatos, que quizá sean de ficción, es una sucesión de acontecimientos que, puestos en orden cronológico, dibujan un curioso mosaico.

De modo que los que dicen que la caída de Teddy se produjo por una traición de Rubalcaba, que retiró la protección política a los autores, un colectivo que tenía muy buenos contactos con el entorno del PSOE, no elaboran su teoría sobre el aire. Ni mucho menos.

Aunque antes de proceder a contarles este cuento que cuentan quizá sea conveniente que se fijen en las diferencias que existen entre la poderosísima SGAE que dirigió Bautista y esta institución de ahora, verdadera jaula de grillos, cuya intervención, por ejemplo, en las discusiones previas a la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual que está a punto de aprobar el Gobierno, no pasa de lo puramente anecdótico.

La fábula arranca en 2008, cuando, a pesar de las críticas y del fuego graneado de los sectores que estaban en contra, el Gobierno de Zapatero aprueba el polémico canon digital. Esto es irrebatible, lo que quizá ya no esté tan claro es que el inspirador de esa acción fuera Rubalcaba como se dice. A partir de ahí Teddy Bautista se convierte casi en el enemigo público número uno de la población española.

Era, desde luego, el hombre a batir. Y también era, según todos los rumores de la época, el máximo beneficiario del canon. Algún tiempo después se dijo que Bautista había diseñado, punto por punto, la polémica Ley Sinde, que iba a permitir, entre otras cosas, cerrar las páginas de enlaces hacia contenidos protegidos por derechos de autor y frenar la sangría que, para los ingresos del sector, suponía la piratería organizada.

Recordarán que este texto legal y esta ministra de Cultura, que llega al Gobierno directamente desde su puesto de presidenta de la Academia del Cine, se encontraron enseguida con la oposición frontal de los sectores opuestos al canon. También que el PP coqueteó con ellos cuando su único programa político consistía en derribar a Zapatero y llegar al poder.

Y así estaban, más o menos las cosas, cuando Ruz irrumpió en la SGAE de Teddy. Era, como hemos dicho antes, julio de 2011, y a pesar de la caída del teclista canario, aparentemente, el Gobierno iba a seguir adelante con la Ley Sinde. De hecho, el 2 de diciembre de ese mismo año, tras un trabajoso pacto con el PP, negociado en nombre de los populares por José María Lasalle, todo estaba listo para que el Consejo de Ministro diera luz verde a la Ley.

Pero eso no llegó a suceder. Las crónicas cuentan que hubo fuertes discusiones en el Gobierno y que los partidarios de dejar el asunto en manos del PP, que previsiblemente iba a ganar las elecciones, liderados en aquella reunión por José Blanco, decidieron volver a meter el proyecto de Ley en el cajón.

Las informaciones de la época, disponibles en Internet, sitúan en el Congreso de los Diputados el inicio de la revuelta de algunos socialistas contra la Ley Sinde. Fue el día anterior a la celebración de ese Consejo de Ministros, cuando un grupo de diputados, liderados por Elena Valenciano, manifestó su oposición frontal a que el pacto alcanzado por el PSOE y el PP fuera ratificado por el Gobierno.

Lo que no está demostrado, y no será cierto probablemente, es que esa revuelta de Valenciano, que hoy es la número dos del partido, estuviera impulsada por Rubalcaba. Sólo son unas cuantas lenguas viperinas quienes señalan que el veterano político se negó a que el Ejecutivo de Zapatero, entonces a punto de abandonar ya La Moncloa, cargara con esa responsabilidad. Al parecer temía que una medida tan impopular como esa, lastrara sus posibilidades como jefe de la oposición.

Sea como sea, ese asunto sigue sin estar resuelto y dos años después de todas estas batallas, ni los autores, ni el mundo de la cultura, en general, están demasiado seguros de que en aquel funesto 2011 no se perdieran demasiadas oportunidades. Pero la batalla continúa. Hoy, el cine español celebra la gala de los Goya. Ya se sabe que no estará el ministro Wert por problemas de agenda. Sí estará Lasalle, ahora secretario de Estado. Recuerden: el hombre del PP que negoció la Ley Sinde.

Pero Lasalle no llegará al evento, como estaba anunciado, con la nueva Ley de Propiedad Intelectual bajo el brazo. De momento, en la semana en que la SGAE ha vivido una nueva convulsión saldada con el despido de su ya exsecretario general Pablo Hernández, el Gobierno de Rajoy también ha optado por devolver el toro al corral. No sabemos por cuánto tiempo.

Más información