Rajoy vuelve a creer en su victoria

Detrás de la cortina

Rajoy vuelve a creer en su victoria

El presidente intenta aprovechar la crisis de Cataluña y el miedo al rebrote del terrorismo islámico. Resulta hasta increible. Mariano Rajoy, el presidente más frío que ha tenido la democracia española y el que más se ha alejado de los ciudadanos y reducido al máximo sus comparecencias públicas, últimamente no para en La Moncloa. Aún elude los debates con sus oponentes políticos, claro, pero ahora da entrevistas, va a partidos de fútbol y saluda a los ciudadanos por las calles.

Y sonríe, vaya si sonríe. Tanto que algunos columnistas dan por hecho que el líder del PP vuelve a creer en sus posibilidades de ganar las próximas elecciones del 20 de diciembre, con esos 130 diputados que, en su opinión, le permitirían mantenerse al frente del Gobierno.

Hay que reconocer que estamos ante uno de los políticos más astutos que ha dado la historia y que, de repente, la coyuntura vuelve a favorecerle. La verbena catalana con resolución independentista incluida ya era una mina de votos para Rajoy en toda España, sobre todo gracias a los errores de Pablo Iglesias y Podemos en las últimas elecciones autonómicas. Y también al sainete de los debates de investidura de Artur Mas, las tensiones en Junts Pel Sí y la presunta amenaza pseudoanarquista que parece suponer la CUP de Antonio Baños, para los hombres de negocios de esa pretendida nación en busca de su estado propio.

Ahora, además, está el rebrote del miedo al terrorismo islámico que se ha producido tras los últimos y brutales atentados de París. En esos contextos, a los votantes les vuelve a resultar interesante el mensaje de las ‘gentes de orden’. Ya han visto como en Francia, el país que representa en la UE el advenimiento de todas las libertades, François Hollande remonta en las encuestas, en las que estaba hundido, gracias al perfil duro que ha mostrado tras la masacre.

Y, de alguna manera, Rajoy entiende que a él le puede pasar lo mismo. Sobre todo si no comete ninguno de los errores de su mentor José María Aznar y sin descuidar el tacticismo electoral, en el que es un verdadero maestro, ofrece a la concurrencia un perfil de hombre de estado dispuesto a contar con todos para hacer frente a la amenaza.

Y en ello está Rajoy. Con cautela y buen pulso, mientras el momento informativo hace desaparecer de la agenda otros asuntos, mucho más trascendentales en realidad, como la corrupción o el orden económico impuesto por los conservadores en España para apuntalar y acrecentar la desigualdad. Los dos asuntos en los que toda la oposición, sin fisuras, debería intentar jugar el partido de aquí al momento en que los españoles tengan que acudir a las urnas, pero que el PP intentará enterrar con ahínco para no perder la ventaja que acaba de recuperar.

Al mismo tiempo, el giro que acaba de producirse en el panorama político parece haber vuelto a coger por sorpresa a Pedro Sánchez, forzado por las circunstancias a ponerse al lado de Rajoy en estas cuestiones, porque la lucha contra el terrorismo y la unidad de España son temas institucionales sobre los que no conviene hacer campaña. Lo malo es que se han convertido en los ejes de la precampaña y que el PSOE vuelve a quedarse sin voz propia ni perfil diferenciado justo cuando más lo necesita. Y sin esos dos ingredientes, el futuro de una formación política que intenta aparecer como la única alternativa se oscurece a toda velocidad.

El nuevo contexto tampoco favorece especialmente a Ciudadanos, aunque no le perjudica tanto como a los socialistas. Cierto que la rapidez con que Albert Rivera se sumó al apoyo de posibles intervenciones militares sobre el terreno del Ejército español si la OTAN daba cobertura legal a las actuaciones no le ha venido del todo bien a los naranjas.

La furia combativa de Aznar, ya lo hemos dicho en este articulo, no le vino nada bien al PP en tiempos no demasiado lejanos. Y también que por culpa de esta torpeza, y de otras como la escasa disposición del partido a apoyar el desmantelamiento del franquismo sociológico, el imparable ascenso en las encuestas de las últimas semanas podría haberse detenido. Pero su papel de bisagra imprescindible, en un pacto a dos, o hasta a tres, para asegurar la estabilidad de un futuro gobierno no parece estar en peligro. Por lo menos, todavía.

En cuanto a Podemos, da la impresión de que últimamente, los morados parecen haber iniciado el proceso de remontada que tanto ansían. O por lo menos, y a pesar de algunas noticias desfavorables como la deserción de un par de fichajes estrella, lo cierto es que la tranquilidad y la euforia contenida vuelven a respirarse entre una militancia que aún no había acabado de asimilar la velocidad vertiginosa a la que dejaron de estar de moda desde la vuelta del verano.

Tanto Pablo Iglesias como Iñigo Errejón han regresado con éxito a los medios y recuperado el tono del discurso que los morados habían perdido por la mediocridad de algunos de sus representantes en radios y televisiones que no estaban a la altura de los jefes.

Y, además, otras figuras emergentes como Ramón Espinar y Pablo Echenique empiezan a ganar minutos en el terreno de juego y su concurso también ayuda a la restauración de la imagen del partido. Al final, la perdida de la centralidad y el aumento de las coincidencias en muchos asuntos con IU y Alberto Garzón, puede resultarles más beneficioso que perjudicial. Aunque ya hayan entendido que, de momento, sus posibilidades del alcanzar la presidencia del Gobierno son bastante escasas.

Lo curioso es que los ‘podemitas’ y su plan de regeneración pueden quedarse en el banquillo cuatro años por culpa del bajo estado de forma y la nula capacidad de reacción ante los contextos desfavorables que, como hemos dicho antes, demuestra ahora el PSOE. De modo que quizá, hasta en esto, al final Rajoy, el taimado Rajoy, también haya llevado razón al elegir a los socialistas como el principal enemigo y despreocuparse de los partidos emergentes y su vertiginoso ascenso.

Una de dos. O es un estratega de gran altura que siempre nos ha tenido engañados o el político con más suerte que hemos conocido. Sea como sea, es pronto para darle por acabado y será necesario jugar fuerte y tener mucha paciencia para acabar con él.

Más información