¡Qué cucos!

Podemos

¡Qué cucos!

Los de Podemos han pasado de las fórmulas asamblearias a las elecciones teledirigidas, por no decir amañadas, con que estos días van a elegir a su candidato. He leído con insólito interés los planes de Podemos para montarse sus primarias con vistas a las elecciones generales que Mariano Rajoy amaga con anunciar pero siempre se queda colgado de su inconcreción galaica. Los de Podemos han surgido en el panorama político español con la elogiable voluntad de regenerar la actividad democrática y en escasos meses han pasado de las fórmulas asamblearias, que tradicionalmente acaban fracasando, a las elecciones teledirigidas, por no decir amañadas, con que estos días van a elegir a su candidato.

Sin sorpresas, sin alternativas incómodas, sin incordios que puedan dañar la imagen del Partido, el candidato que competirá por la extrema izquierda, grita el muñidor de guardia, será… ¡Pablo Iglesias! ¿Quién si no? Con estas cosas no se juega. A ver si se abre la mano y resulta que el elegido es un “mindundi” que se incorporó en el aluvión provocado por el cabreo contra los recortes y desde entonces no para de dar la lata reivindicando democracia.

Franco, que en paz descanse, es una pésima cita, pero hay que reconocerle que entre fusilamiento y fusilamiento, se adelantó en la necesidad de dejarlo todo atado y bien atado. Los “podemitas” otras cosas del antiguo régimen no las comparten, hasta ahí podíamos llegar, pero esta sí; hay que atar, y atar bien para que no se suelte la cuerda, la candidatura del líder y, si la comparación con Franco despierta nauseas, ahí está la que durante décadas ofrecieron los líderes soviéticos que se relevaban en el poder.

O, sin ir más lejos culturalmente hablando, en Cuba, por no irnos hasta Corea del Norte que queda más a trasmano, donde los comunistas montan sus primarias alrededor de una mesa camilla y dando preferencia a la familia. ¿A quién mejor? Sospecho que en primarias abiertas de verdad, con trasparencia y ventilación, Pablo Iglesias habría ganado también. El líder es el líder. Pero, ¿y si se mete por el medio el diablo tan amigo siempre de enredar las cosas? Mejor ir sobre seguro. ¡Qué cucos!

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