El trágico accidente de tren ocurrido esta semana en las proximidades de Santiago de Compostela, y que ha dejado hasta la fecha 80 fallecidos y más de un centenar de heridos, puede afectar también a una de las industrias españolas mejor posicionadas en el exterior.
El primer reto se sitúa en Brasil. Las autoridades del país latinoamericano quieren unir con un tren de alta velocidad (TAV) las ciudades de Campinas, Sao Paulo y Río de Janeiro. Renfe aspira a hacerse con el proyecto. Sin embargo Brasilia exige, para la licitación del tren bala, que los operadores presenten una declaración de que no han participado en un sistema de tren de alta velocidad que haya tenido un accidente mortal en los últimos cinco años.
Según informa la agencia Reuters, una eventual restricción a los españoles reduciría la competencia por el proyecto, cuya licitación ha sido postergada en varias ocasiones para realizar cambios al modelo de la concesión. Consultada, la Empresa de Planeamiento y Logística (EPL), responsable de la licitación del tren bala, se limitó a reafirmar las bases establecidas.
Precisamente, y siempre según las fuentes que maneja Reuters, las autoridades de Brasil ya se han puesto en contacto con el Gobierno español para interesarse por el accidente. Desde España se aclaró que el tren accidentado no es del modelo que el Gobierno brasileño busca implementar. Si es realmente el caso, la participación de Renfe en el TAV brasileño no estaría supuestamente comprometida.
El tren bala brasileño debe tener una velocidad máxima igual o superior a 250 kilómetros por hora en los servicios no expresos. En los servicios expresos, que no paran entre Sao Paulo y Río de Janeiro, la velocidad máxima debe ser igual o superior a 300 kilómetros por hora. Según esas informaciones preliminares conocidas por el Gobierno brasileño, el tren que se accidentó estaría en una categoría diferente, ya que su velocidad máxima sería de 250 kilómetros por hora.
