Silvio Berlusconi la ha tomado con el Deutsche Bank. El ex primer ministro italiano ha acusado al mayor banco alemán por volumen de activos de propiciar su dimisión a finales del 2011 tras disparar, de una forma artificial, los costes de financiación de Italia en los mercados. Tras la marcha de Berlusconi llegó el tecnócrata Mario Monti, que ha dimitido, a su vez, este fin de semana.
“Deutsche Bank impuso una orden de venta masiva que afectaba a todos sus bonos soberanos italianos y griegos. Los norteamericanos y los inversores internacionales se preguntaron qué estaba sucediendo y algunos directamente asumieron que el banco alemán tenía información privilegiada sobre algún asunto específico que nadie más tenía”, ha explicado en declaraciones a la cadena CNBC el ex mandatario, refiriéndose al verano del 2011, cuando la rentabilidad de los bonos italianos a diez años escaló por encima del 7%, forzando que unas semanas después, en otoño, tuviese que retirarse del poder. Y concluye: “Todo fue una mentira”.
Berlusconi, tras mantenerse un año en silencio, decidió romperlo hace unas semanas. El ex primer ministro cargó contra Mario Monti al decir que el tecnócrata, un año después de su llegada, había generado más deuda pública y un menor crecimiento económico, además de imponer unas medidas de austeridad bastante impopulares. Así, el partido de Il Cavaliere -el PDL- retiró su apoyo parlamentario a Monti, con lo que el tecnócrata decidió anunciar su dimisión, un hecho que tuvo lugar este pasado fin de semana.
Ahora Italia enfrenta elecciones anticipadas, que probablemente se celebrarán el 21 de febrero. Los socialistas tienen, según las encuestas, todas las papeletas para alzarse con la victoria. No obstante, parece improbable la obtención de una mayoría absoluta. Italia, pero también Bruselas, está ahora pendiente de los movimientos de Berlusconi –que ya ha cargado contra Angela Merkel, la canciller alemana, en varias ocasiones- y del propio Monti, que podría presentarse como candidato a la presidencia.
