Y comenzó un diciembre multicolor

Desde el malecón

Y comenzó un diciembre multicolor

El ánimo general está por el piso, deprimido, con el único deseo de que la pesadilla epidemiológica y la económica nos dejen respirar con tranquilidad.

Coches clásicos en La Habana

Coches clásicos en La Habana

Bien oscuro para los pesimistas y cargado de verdes esperanzas en los optimistas, como ese refrán ruso que aclara que los segundos inventaron el avión mientras que los primeros el paracaídas.

Un tanto a favor de los optimistas: Cuba en el quinto lugar mundial de personas vacunadas.

Termina un año en el que, entre tantos conocidos, allegados y amigos, sólo un matrimonio, el de Gustavo y Lina, han sido los únicos hasta el momento, en que han plantado su arbolito de navidad. Y sin mucho esfuerzo que digamos porque para ellos ha sido descartado ese ritual de convertir su confección en una fiesta familiar. Cada año, al terminar la jornada, lo suspenden con todos sus artilugios y lo cuelgan de un armario como pieza que pudiera ofertar un carnicero en cualquier sitio de este mundo menos en Cuba ahora que el cerdo está inaccesible por el precio y casi en vida clandestina.

A pesar del esfuerzo de las autoridades, que crecerá por día, y de cualesquiera de las tantas religiones o creencias que existen en la isla que convocan a la alegría, el ánimo general está por el piso, deprimido, con el único deseo de que la pesadilla epidemiológica y la económica nos dejen respirar con tranquilidad entre otras tantas preocupaciones.

“Es que no escampa, por Dios”, me dice Lina para pasar de inmediato a una pregunta:

-¿Y qué se sabe de ese ómicron?

Este uno de diciembre opté por darme un paseo por la ciudad. Mucha gente en la calle, alguna que otra dificultad para lograr transportarse y filas o colas por doquier. Ni un débil adorno por el año que se avecina tal vez por lo temprano del momento.

Lo único que despertó la atención, como escena de otros tiempos, fue la cantidad de “almendrones” descapotables o automóviles gringos de los 50s del siglo pasado, con su carga de turistas “asombrerados” para protegerse del sol, con mascarillas, botellas de agua y celulares en vídeos o imágenes.

Entonces, en medio de todo este panorama, la buena voluntad de un amigo que convoca en las redes sociales a iniciar el mes con una sonrisa que debe ser sincera, espontánea y no sardónica.

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