Abierta una brecha recientemente para el turismo canadiense en la cayería norte de Cuba y alemanes calentando motores para arribar a partir del 31, las autoridades cubanas acaban de anunciar que desde el 15 del corriente, Varadero dejará de ser una ciudad casi fantasma, temerosa al virus, para convertirse en buen refugio de visitantes hasta tanto no aparezca definitivamente la ansiada vacuna local Soberana 1.
La mala nueva es que los cubanos residentes en el exterior no están incluidos en tan variado convite.
Vivir con la pandemia, aceptarla, toma cada vez más fuerza en la medida que disminuyen los casos no sin alguna sorpresa de repunte puntual. El país se desangra al estar más endeudado e improductivo que nunca y al que debe sumarse un embargo o bloqueo estadounidense más recrudecido encaminado a la asfixia y al fomento del descontento popular.
Con la apertura del principal balneario, no estará muy lejos de hacerle también la capital de la isla. Por carambola, como en el billar, es de suponer un salto de tigre en las famosas fases, que San Cristóbal de La Habana, con mascarilla y guardando distancia de algunos santos, abra las puertas de la ciudad para tanta gente familiar o turista que desde España, Miami o la mismísima Rusia, deseen visitar familiares u otros sitios de interés bajo un sol ausente en el otro lardo del charco. Signos alentadores están presentes. Un solo caso este miércoles 7 en 4.211 muestras de la PCR.
El grupo Meliá Hotels International no ha dejado de tomarle el pulso y la temperatura a la pandemia. Con sus instalaciones ya listas, con casi más de la mitad de ellas bajo la etiqueta Travelers’ Choice Awards y las normativas locales e internacionales dispuestas para atenuar la Covid-19, está lanzando la novedosa modalidad de trabajo a distancia para sus huéspedes.
Más pronto que tarde estaremos viviendo esa extraña y peculiar, “nueva normalidad” y donde centenares de compatriotas varados por múltiples países y en pésimas condiciones de estadía, podrán regresar finalmente a donde pertenecen porque, por ejemplo, los casos en España no tienen otra categoría que esa de espanto.
