Todos contra la AfD en la recta final de la campaña electoral alemana

Elecciones en Alemania

Todos contra la AfD en la recta final de la campaña electoral alemana

La agrupación derechista ha cobrado impulso en las últimas semanas previas a las elecciones.

Alexander Gauland, candidato a la cancillería de Alemania por AfD

Cuanto más se acerca el domingo, día en que los alemanes están llamados a votar un nuevo Parlamento, más fuerte se alzan las voces en los partidos tradicionales que advierten del peligro del desembarco en el hemiciclo de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) que predicen las encuestas. Con frecuencia se escucha a políticos alemanes hablar de «nazis» cuando se refieren a los miembros de esta formación nacida en 2013 del rechazo a los rescates financieros europeos. Las acusaciones se deben en parte al hecho de que algunos altos representantes de la AfD han tomado una deriva xenófoba y ultranacionalista que levanta ampollas hasta en sectores más moderados del partido.

Pero hay quienes advierten que esta estrategia de ataque al AfD podría ser arriesgada y traer aparejada justamente la reacción contraria de un sector del electorado.

La agrupación derechista ha cobrado impulso en las últimas semanas previas a las elecciones y oscila en la intención de voto entre el 10 y el 12 por ciento, una cifra holgadamente superior al mínimo del cinco por ciento necesario para la representación parlamentaria.

El ministro del Exterior de Alemania, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, fue el más claro de todos. Gabriel dijo en una entrevista que teme que «por primera vez tras el fin de la Segunda Guerra Mundial se vuelvan a sentar verdaderos nazis en el Reichstag (edificio del Parlamento) alemán».

La candidata de La Izquierda Sahra Wagenknecht alertó que la AfD enviaría al Parlamento «a medio nazis e incluso a verdaderos nazis».

El vicepresidente del Partido Liberal (FDP) Wolfgang Kubicki ve en la AfD al principal rival en la lucha por el tercer puesto detrás de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel y del Partido Socialdemócrata (SPD). También él encendió las alarmas y llamó a no votar a los ultraderechistas. «Esto comienza con la degradación del idioma y al final llega la violencia».

La cabeza de lista de Los Verdes, Katrin Göring-Eckardt, busca movilizar al cerca de 47 por ciento de indecisos agitando el fantasma de la AfD. «El peligro de que los nazis de la AfD entren en el Bundestag y de que sean un partido fuerte me preocupa personalmente, preocupa a los electores y eso va a animar a la gente a ir a votar».

Todos se remiten a las repetidas salidas de tono de algunos políticos de la AfD como el publicista Alexander Gauland, que llamó a «deshacerse» en Anatolia de la ministra de integración, la alemana de origen turco Aydan Özöguz, y demandó poner punto final a la cultura de la memoria de los crímenes del nazismo.

Gauland se alineó con el revisionismo histórico propagado por Björn Höcke, dirigente de la AfD en Turingia, que llamó «monumento de la desgracia» al erigido en memoria de las víctimas del Holocausto en Berlín.

En el estado de Baden-Württemberg, la bancada de la AfD solicitó este año que sean eliminados del presupuesto los fondos para la manutención de un antiguo campo de concentración nazi convertido en museo.

Roman Maria Koidl, empresario y publicista, considera esta estrategia de movilización de votantes a través de la estigmatización «sumamente peligrosa, porque fortalece al adversario en lugar de debilitarlo».

Koidl asesoró al SPD en la campaña de los comicios de 2013 y es autor de un libro titulado «Por qué votamos a los locos» en el que reprocha al SPD haberse equivocado de tema de campaña al pedir más justicia social.

«Los manifestantes en la calle no enarbolan carteles contra las injusticias sociales, sino que rechazan el sistema político en general y también a los medios y las élites».

Cuando se llama a no votar a la AfD se corre el peligro de que un sector del electorado interprete el voto para la AfD «como una especie de resistencia contra una supuesta tutela».

Es algo con lo que podría especular la cúpula de la AfD. «Es lo más normal llamar a la gente a las urnas y recordarles que hagan uso de sus derechos democráticos. Estoy segura de que quien se ponga a pensar y no quiera votar como siempre al mal menor, tomará el domingo la decisión correcta», indicó la copresidenta Frauke Petry.

El responsable de la campaña de Los Verdes, Michael Kellner, no cree que hacer campaña contra la AfD lleve a más gente a votarla. «La AfD no se fortalece porque se la contradice sino porque los otros partidos o los medios se adaptan a su forma de argumentar», sostiene. «No se puede uno callar ante la instigación al racismo y al ultranacionalismo».

Muchos políticos se alzaron contra las declaraciones vertidas días atrás por Gauland de que los alemanes debeberían estar orgullosos de la actuación de los soldados alemanes en la Primera y Segunda Guerras Mundiales.

Gauland, de 76 años y antiguo miembro de la CDU, concurre a los comicios legislativos como cabeza de cartel junto a la doctora en Economía de 38 años Alice Weidel.

Más tarde, Gauland aclaró que había aludido al «valor» de los soldados «que no tiene nada que ver con los crímenes de la cúpula». Una estrategia típica de la AfD, tal como la describe el analista Koidl: «La AfD tira alto una pelota para que los demás se indignen». Después, todos hablan de la pelota «y así, la AfD marca la agenda».

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