The Economist: “Se avecina una caída global del precio de la vivienda que dará miedo”

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The Economist: “Se avecina una caída global del precio de la vivienda que dará miedo”

No provocará una crisis financiera como en 2008, pero intensificará la recesión, dejará a una cohorte de personas con sus finanzas arruinadas y provocará una tormenta política.

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En la última década ser propietario de una vivienda ha sido sinónimo de dinero fácil. Los precios han aumentado de forma constante durante años y se dispararon con la pandemia. Sin embargo, el escenario ya ha cambiado. Según The Economist, “si su riqueza está atada a ladrillos y cemento, es hora de ponerse nervioso”.

En este sentido, los precios de la vivienda en nueve de las economías más ricas ya están cayendo. En EEUU son pequeños retrocesos hasta el momento, pero en los mercados más salvajes, los retrocesos son más dramáticos. En Canadá, las casas ya cuestan un 9% menos que en febrero.

A medida que la inflación y la recesión acechan al mundo, es probable que se profundice la corrección. Aunque no provocará una crisis financiera como la de 2008, intensificará la recesión, dejará a una cohorte de personas con finanzas arruinadas y provocará una tormenta política, advierte el semanario británico.

La causa de esta crisis es la subida de los tipos de interés. En EEUU, la tasa hipotecaria a 30 años se ha disparado al 6,92%, más de doble de hace un año y la más alta desde abril de 2002. De este modo, alguien que en 2021 podía invertir 1.800 dólares al mes en una hipoteca a 30 años podría haber recibido prestados 420.000 dólares. Hoy sería un 33% menos, 280.000 dólares.

“De Estocolmo a Sydney, el poder adquisitivo de los prestatarios se está derrumbando. Eso hace que sea más difícil para los nuevos compradores pagar casas, lo que deprime la demanda y puede exprimir las finanzas de los propietarios existentes que, si no tienen suerte, pueden verse obligados a vender”, explica The Economist.

LOS PERDEDORES, LOS CONTRIBUYENTES

Pero la buena noticia es que la caída de los precios de la vivienda no provocará una crisis financiera del calibre de la que se vivió hace 15 años. La banca ha concedido préstamos con menor riesgo y el sector está mejor capitalizado. Además, en EEUU, el Tío Sam ahora suscribe o tituliza dos tercios de las nuevas hipotecas, de modo que los grandes perdedores serán los contribuyentes.

Algunos otros lugares, como Corea del Sur y los países nórdicos, han visto aceleraciones más aterradoras en el endeudamiento, con una deuda de los hogares de alrededor del 100 % del PIB. Podrían enfrentar pérdidas desestabilizadoras en sus bancos o empresas financieras en la sombra, advierte esta publicación, consideraba la Biblia liberal.

De hecho, el gobernador del banco central de Suecia comparó esto con “sentarse en la cima de un volcán”. Pero la peor crisis financiera del mundo relacionada con la vivienda seguirá estando confinada a China, cuyos problemas —gran exceso especulativo, huelgas hipotecarias, personas que han pagado por adelantado pisos que no se han construido— están, afortunadamente, contenidos dentro de sus fronteras.

Sin embargo, incluso sin un colapso bancario global sincronizado, la recesión de la vivienda será sombría. En primer lugar, porque los mercados inmobiliarios estancados son un lastre para el mercado laboral. A medida que aumentan las tasas y los precios se ajustan gradualmente, la incertidumbre hace que la gente dude en mudarse y el mercado laboral pierde dinamismo, algo preocupante en un momento en el que las empresas intentan adaptarse a la escasez de trabajadores y a la crisis energética, sostiene The Economist.

“Y cuando los precios se desploman, los propietarios pueden encontrar que sus casas valen menos que sus hipotecas, lo que hace que sea aún más difícil salir adelante, un problema que afectó a muchas economías después de la crisis financiera mundial”, añade.

LAS CASAS DE TODO EL MUNDO VALEN 250 BILLONES. LAS BOLSAS, 90 BILLONES

Los precios más bajos de la vivienda también dañan el crecimiento de una segunda manera: hacen que los consumidores, que ya se encontraban pesimistas, se sientan aún más miserables. En todo el mundo, las casas valen alrededor de 250 billones de dólares (a modo de comparación, las bolsas de valores valen solo 90 billones de dólares), según The Economist. A medida que ese edificio de capital se desmorona, es probable que los consumidores reduzcan sus gastos.

La caída del precio de la vivienda también tendrá una dimensión política. Una generación de jóvenes del mundo rico siente que ha sido injustamente excluida de la propiedad de una vivienda. Aunque los precios más bajos implican una menor entrada para obtener una hipoteca, son los compradores primerizos los que más dependen de la financiación mediante deuda, que ahora es cara. Además, toda una nueva clase de propietarios financieramente vulnerables está a punto de unirse a las filas de los descontentos.

LOS GOBIERNOS, AL RESCATE

The Economist asegura que, habiendo rescatado la economía repetidamente en los últimos 15 años, la mayoría de los gobiernos occidentales se verán tentados a acudir al rescate una vez más. En Estados Unidos, los temores de una calamidad inmobiliaria han llevado a algunos a instar a la Fed a que frene sus aumentos de la tasa vital. En España se está considerando limitar el aumento de los pagos de la hipoteca, y Hungría ya lo ha hecho. No serán los únicos países que den pasos en esta dirección.

“Medidas similares podrían provocar que las deudas de los gobiernos aumenten aún más y alentar la idea de que la propiedad de la vivienda es una apuesta unidireccional respaldada por el Estado. Y también haría poco para resolver los problemas subyacentes que aquejan a los mercados inmobiliarios del mundo rico, muchos de los cuales se deben a una intervención gubernamental excesiva y mal encaminada”, añade el semanario británico.

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